" La economía de un país no puede funcionar a golpe de la feliz idea del político de turno. Ahora, una Expo (Sevilla y Zaragoza); ahora, unos Juegos Olímpicos (Barcelona y Madrid); ahora, un aeropuerto (medio centenar en todo el país); ahora, un parque temático (Terra Mítica); ahora, unos casinos (Eurovegas) o ahora, unos trenes de alta velocidad (la segunda potencia mundial) que han endeudado al país hasta niveles insoportables, y que han obligado a subir los impuestos para poder financiar gasto corriente, no nuevas inversiones que multipliquen la actividad económica.
Esta política económica espasmódica (con escasos proyectos a largo plazo capaces de identificar los nuevos yacimientos de empleo y fijar las vías por las que debe circular un nuevo modelo productivo) es consecuencia, sin lugar a dudas, del cortoplacismo con el que se hacen las cosas. Y Madrid 2020 no es más que el reflejo de esa forma de hacer política. Sin duda, respaldada por una opinión pública demasiado complaciente. A la que de vez en cuando se le embarca en proyectos suicidas de la mano de medios de comunicación dóciles con el poder que en la mayoría de los casos se han ganado a pulso su crisis. Y el hecho de que se eligiera a una empresa de márketing (no a un gabinete de análisis demoscópico creíble) para que dijera que el 91% de los ciudadanos estaba encantado con los Juegos, no es más que la prueba del nueve de la chapuza." S2