La historia de la ciencia está llena de debates como el que nos plantean los calentólogos. Son debates muchas veces basados en la honradez de un sentido común que parece evidente y en la falta de suficientes pruebas que lo contrasten y, finalmente, alimentados por fanáticos con poderosos prejuicios ideológicos que terminan haciendo que todo sea una cuestión de "creo, no creo" como expone el autor.
Veamos la teoría de la evolución: dos planteamientos estuvieron en boga durante décadas, el de Darwin y el de Lamarck. El de Lamarck ("la función crea el órgano") es, sin duda, el más atractivo, suena bien, así que no es de extrañar que todavía haya alguno por ahí que lo reivindica. Pero, a estas alturas, está claro que el binomio "azar+necesidad" es el auténtico motor de la evoloción y que la teoría de Darwin está más que probada, según argumentos puramente científicos.
Hace varios años discutí con un conocido calentólogo, Antonio Ruiz de Elvira, Catedrático de Física Apllicada de la Univ de Alcalá de Henares que no tenía empacho en decir en "El Mundo" que el deshielo del casquete polar ártico implicaría la subida de un par de metros en los mares con la consiguiente desaparición de no sé cuantas islas, Sevilla, Londres,..., ignorando un principio tan básico como el de Arquímedes (Un cubito de hielo flotando en un vaso de agua enrasado no va a originar que se derrame agua al fundirse ya que el peso del mismo iguala a la fuerza que el agua realiza hacia arriba. Según el principio de Arquímedes, la fuerza que hace el agua es igual al peso del agua desalojada por el cubo de hielo de lo que se deduce que el cubito de hielo pesa lo mismo que el agua que desaloja. Por lo tanto cuando se funda, el agua resultante ocupará exactamente el hueco que dejó el hielo). Este señor no puede ser ignorante de algo tan básico, por lo que cuando propone una mentira tan evidente, que sigue en boga por ahí (ver http://jadonceld.blogspot.com.es/2013/02/el-deshielo-del-polo-norte-y-sus.html) solo lo puede hacer desde prejuicios ideológicos y evidente mala fe.
El asunto se complica más cuando el famoso IPCC organiza auténticos aquelarres de gasto y derroche, subvenciones, influencias, contactos y propaganda muy rentable para los participantes y que fiel al más rancio estilo "progresista" no es más que un grupo de vividores que están dispuestos a salvar el mundo con nuestro dinero.
Todo ello no implica que no esté a favor de que se contamine menos, se sea más eficiente en el gasto energético y se cuide nuestro planeta, por supuesto.