Ha comentado en el artículo Hasta siempre amigo Ferrán
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LA MELANCOLIA
A la luz tíbia del otoñal ocaso
Entre marchitos arboles torcia
Mi errante senda el caprichoso ocaso;
Deidad hermosa y triste halle a mi paso,
Y eras tu esa deidad, Melancolia.
De derribado muro rotas piedras
Eran tu trono, al que mullada alfombra
Las enlazas hiedras
Daban, y un sauce vacilante sombra;
Allí sentada, el cielo transparente
Levantabas, marcada con el sello
De tranquilo dolor, la augusta frente;
Y brillaba en tus ojos seductores
El que nos dejas pálido destelllo
Los pérdidos amores.
Me miraste llegar, y sonreíste
Con la incierta sonrisa,
Que deja al alma triste
Entre el dolor y el júbilo indecisa;
Y a mi viniendo con semblante amigo,
Me asiste de la diestra, y apartando
Las mustias ramas, con acento blando
Cariñosa exclamaste :"¡ven conmigo!"
Y contigo crucé la selva umbrosa,
Y vi morir las luces de la tarde,
Y vi nacer la estrella esplendorosa
Que la primera en las tinieblas arde;
Y respiré feliz el triste encantó
Que alagandonos más que la alegría,
Los ojos baña en delicioso llanto.
Y desde entonces, al morir el día,
Escalo audaz las pardas
Rocas del monte, y a la obscura umbría
Voy, donde fiel a tu amador aguardas;
Y de tu mano asido,
La senda busco del oculto nido;
Y donde en breve espació el bosque cierra
Nuestro horizonte con sus verdes velos,
Evoco los recuerdos de la tierra
Y tu las esperanzas de los cielos
Anónimo