Rankia Chile Rankia Argentina Rankia Brasil Rankia Colombia Rankia Czechia Rankia Deutschland Rankia España Rankia France Rankia Indonesia Rankia Italia Rankia Magyarország Rankia México Rankia Netherlands Rankia Perú Rankia Polska Rankia Portugal Rankia Romania Rankia Türkiye Rankia United Kingdom Rankia USA
Acceder

Mandrake

Se registró el 24/07/2010
--
Publicaciones
10
Recomendaciones
--
Seguidores
Posición en Rankia
999.999
Posición último año
Mandrake 10/11/14 18:00
Ha guardado ¡Bye bye Chusma! de Claudio Vargas
Mandrake 02/03/14 05:24
Ha guardado Verle las orejas al Lobo de Claudio Vargas
Mandrake 06/08/13 16:15
Ha guardado Tasa de paro USA: manipulando a saco de Claudio Vargas
Mandrake 01/07/13 06:30
Ha respondido al tema Se confirma que habrá quitas
http://www.ivoox.com/economia-del-nuevo-orden-mundial-aprendiendo-del-crack-audios-mp3_rf_2159703_1.html En fin, visto que la historia tiende a repetirse me pareció oportuno colgar esta entrevista al director del executive intelligence review (en español) donde hace una reseña del crack del 29 y explica los motivos por los que es importante volver a poner en marcha la ley Glass Steagall http://es.wikipedia.org/wiki/Ley_Glass-Steagall
Ir a respuesta
Mandrake 11/08/12 02:38
Ha respondido al tema Un grupo de sindicalistas se dan al robo y al vandalismo
Este artculo aporta argumentos interesantes, su conclusión es tema de debate Artículo publicado por Vicenç Navarro, 10 de agosto de 2012 Este artículo contrasta la enorme laxitud cuando no complicidad del Estado con los comportamientos especulativos de la banca (tanto en Estados Unidos como en España) con la enorme represión de los mismos Estados hacia cualquier amenaza que las estructuras de poder perciban en protesta de las crecientes desigualdades, caso particularmente acentuado en España. El artículo muestra la respuesta del Estado al hurto de productos por 400 euros en un supermercado, como predecible indicador de la gran inseguridad y temor que los establishments financieros, mediáticos y políticos españoles tienen hacia la expansión de tal agitación social. La situación en EEUU Uno de los documentales que ha tenido mayor impacto en los últimos tiempos no solo en EEUU sino también en Europa, incluyendo España ha sido Inside Job en el que su director Charles H. Ferguson analizó el entramado de banqueros, académicos y políticos que causaron la mayor crisis financiera que haya existido desde principios del siglo XX en EEUU. Fue uno de los documentales más premiados y más comentados en los últimos años. Y ha estimulado que se estén haciendo varios documentales parecidos en varios países. Soy consciente de que, al menos en España, se están haciendo un par de documentales sobre la crisis financiera española, sus orígenes y sus consecuencias, siguiendo un formato semejante a Inside Job. Charles H. Ferguson acaba de publicar un libro, Predator Nation: Corporate Criminals, Political Corruption and the Hijacking of America, en el que se extiende con gran detalle sobre la criminalidad presente en las prácticas financieras, mostrando como una elite bancaria controla hoy en EEUU tanto el poder político como el mediático, señalando que esto no podría haber ocurrido sin la complicidad de políticos (que cambiaron las leyes para facilitar el desarrollo de tales actividades criminales y, más tarde, aprobaron las ayudas públicas a la banca) y de académicos que utilizaron su prestigio para promocionar tales intereses. El libro está muy bien documentado y señala el nivel de control que la elite financiera ejerce sobre la vida económica y política de EEUU. Y también muestra las escasas voces críticas dentro del Estado, así como dentro del mundo académico, que denunciaron lo que estaba ocurriendo sin que nadie les hiciera caso. Una de ellas fue, paradójicamente, un economista del Fondo Monetario Internacional, Raghuram Rajan, que alertó de la crisis al gobierno federal, lo que creó un gran enfado a Lawrence Summers, quien había sido el arquitecto de la eliminación de la Ley Glass-Steagall Act (durante el gobierno Clinton), una de las causas de la crisis. Summers se benefició enormemente de la eliminación de tal ley, pues le permitió promover los hedge funds (ganando millones de euros en ello). Y lo que es más sorprendente es que el Presidente Obama le nombrara miembro prominente de su equipo. Charles Ferguson concluye que lo que es más indignante es que nadie (repito, nadie) ha acabado en los tribunales. La situación en España Una situación semejante ha ocurrido en España donde el comportamiento altamente especulativo de la banca y su maridaje con la industria inmobiliaria creó la mayor crisis financiera y económica que España haya sufrido en los últimos cincuenta años. Y, como en EEUU, tales comportamientos fueron facilitados por los sucesivos gobiernos, tanto centrales como autonómicos y locales, con el apoyo y promoción de los medios de mayor difusión y centros económicos (muchos de ellos de base académica) que aplaudieron las medidas que condujeron directamente a la crisis, una crisis que era fácil de detectar (ver mi artículo “La crisis era predecible” en www.vnavarro.org) y que todos aquellos establishments financieros, políticos, mediáticos y académicos –imbuidos todos ellos del dogma neoliberal- fueron incapaces de prever. Y una vez la crisis se inició, tales establishments –que continúan imbuidos en tal dogma- continuaron apoyando recetas que muy pocos denunciamos y que ahora se han visto ineficaces, dañinas y suicidas económicamente. Una de tales recetas ha sido la de recortar el gasto público a fin de disminuir el déficit público y así recuperar “la famosa confianza de los mercados”, confianza que no existe y tampoco se la espera. Antes al contrario, la prima de riesgo española continúa subiendo cada vez que se anuncian nuevos recortes. He subrayado en varios artículos que el mantenimiento de tal dogma no puede atribuirse solo a la incompetencia de los gobernantes (aun cuando es obvio que tal incompetencia ha existido y continúa existiendo en los equipos económicos de los sucesivos gobiernos españoles habiendo alcanzado su máxima expresión en los equipos actuales del gobierno español) sino a los intereses que tal dogma está sirviendo. Este servicio a tales intereses puede o no ser consciente o deseado pero lo cierto es que la aplicación de tales políticas beneficia a estos grupos y estamentos sociales, cuyo listado he detallado en otro artículo (y que incluyen la banca tanto extranjera como española así como la gran patronal) (ver mi artículo “El Sr. Draghi, el euro, el BCE y el Bundesbank, en www.vnavarro.org). Pero si un documental como Inside Job se hiciera en España la conclusión sería la misma. Ninguna de las figuras de tales establishments, repito, ninguno ha terminado en los tribunales. En realidad, la mayoría de responsables de la crisis continúan ahora llevando a cabo y/o proponiendo las políticas de austeridad que están empeorando la situación financiera y económica española. Hay una continuidad en España entre los que crearon la crisis y los que están dirigiendo la respuesta de cómo salir de ella. Y, cómo no, las mismas voces (tanto en los medios como en academia) que estaban proponiendo la desregulación de los mercados financieros y laborales están ahora proponiendo las políticas de austeridad. Es un indicador de la intensidad del dogma así como de las interconexiones entre tales establishments el que no hayan aparecido voces discordantes dentro de ellos protestando que estas políticas condenarán a España a una larga, muy larga recesión. Lo máximo que se ha oído es voces que proponen que tales posturas de austeridad vayan más despacio y que se añadan (no se sustituyan, pero se añadan) políticas de crecimiento, que por su cantidad son más simbólicas que reales. Las diferencias entre EEUU y España Y ahí sí que en la existencia de voces discordantes dentro de tales establishments la diferencia entre EEUU y España es notable. En EEUU ha habido una protesta en frente de las políticas de austeridad, que determinaron las exitosas políticas de estímulo del gobierno federal que impidieron que EEUU cayera en una Gran Depresión. Y aun cuando tales fondos de estímulo fueron insuficientes, sí que impidieron que la recesión se convirtiera en depresión, y que la reactivación de EEUU fuera mayor que la de la Eurozona y mucho mayor que la de España. En España voces de protesta han existido pero han sido excluidas de los círculos mediáticos del establishment. Pero existe otra gran diferencia, resultado que la banca tiene mucho más poder político en España (y en la Eurozona) que en EEUU. Y es que, el enorme poder político de la banca en España explica el sesgo legal tan favorable a la banca que aparece en su máxima expresión en los desahucios, en el que el inquilino no tiene ningún poder (repito, ningún poder) y el banco lo tiene todo, una situación única en la Eurozona y en EEUU. Y otro caso de prepotencia apareció claro durante la presentación a las Cortes Españolas de algunos de los responsables de las políticas financieras durante los últimos años. De las presentaciones de tales autoridades, parecería que ningún acto ilegal tuvo lugar, lo cual podría ser cierto pues las leyes favorecían y continúan favoreciendo a la banca, no siendo infrecuente que fuera la banca la que escribiera las leyes bancarias, incluyendo las que determinaron el desastre. Se me dirá, con razón, que la ley, en general y en cualquier país favorece la reproducción del orden imperante, que beneficia a unos a costa de otros. Pero, aceptando esta observación, el hecho es que este sesgo es incluso más sesgado en España, resultado del enorme poder que las fuerzas conservadoras han tenido y continúan teniendo sobre el aparato del Estado, como queda reflejado en el gran conservadurismo del sistema judicial. La ley es, en España, la defensora del orden (que sostiene un enorme desorden, como queda claro en la situación actual). La ley no es igual para todos y lo que ha ocurrido con la banca y sus comportamientos es un caso claro y convincente de ello. Esta identificación de ley con orden alcanza mayor relevancia en momentos actuales donde el ataque frontal a los derechos sociales y laborales que aparece en las políticas públicas que se están imponiendo a las clases populares, sin que exista ningún mandato popular para ello, está llevando a una situación explosiva. De ahí la respuesta masiva del establishment del país a un hurto de no más de 400 euros en un supermercado andaluz. La inseguridad del establishment español y su respuesta al hurto en un supermercado andaluz El hecho de que tal hurto se hiciera por unos sindicalistas a fin de poder alimentar a unas familias en pobreza, sin recursos, alarmó enormemente al establishment español por su peligro de contagio, de manera que tanto el Fiscal del Estado como el Ministro del Interior intervinieron inmediatamente para penalizar a tales sindicalistas. Ello es una predecible respuesta que confirma el gran temor y justificada inseguridad que tiene la estructura de poder basada en unas enormes desigualdades, de las más elevadas existentes hoy entre los países de mayor desarrollo económico de la OCDE, siendo un país en el que coinciden las mayores fortunas del mundo (sí, del mundo) con sectores populares que viven en los mayores niveles de pobreza existentes en tal comunidad de países, de la OCDE. No es, pues, de extrañar, que España, como ocurre también en países con grandes desigualdades, tenga, junto a un Estado con escasa sensibilidad social, un Estado con gran desarrollo de sus aparatos represivos. Como he documentado en mi libro El Subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias, España es el país de la UE-15 que tiene mayores desigualdades sociales y más policías por 10.000 habitantes y, a la vez, menos adultos trabajando en sanidad, educación, y servicios sociales. El establishment español es consciente del nivel tan desigual de ingresos y rentas en España, donde tales recursos están altamente concentrados en sectores poblacionales muy minoritarios (dentro de los cuales hay los sectores financieros). De ahí su preocupación de que cualquier acto de agitación social en protesta a tales desigualdades pueda expandirse, despertando gran simpatía, cuando no apoyo popular. En un periodo en que tales desigualdades se están acentuando todavía más, tal preocupación se está convirtiendo en auténtico temor. Es en este contexto que se entiende la respuesta claramente desorbitada frente a un hurto de 400 euros en un supermercado andaluz. Como indicó en un gran titular, el diario conservador La Vanguardia, “el gobierno frenará de raíz cualquier conato de estallido social” (09.08.12). Y el máximo argumento de tal denuncia era que el hurto era ilegal, exigiendo el cumplimiento de la ley. Aunque, repito, fuera previsible que las fuerzas conservadoras respondieran de esta manera, es sorprendente y rechazable la condena que tal acto tuvo por sectores de las izquierdas gobernantes. Tales voces olvidan que los mayores cambios ocurridos en nuestro y en otros países han sido resultado de agitación y desobediencia civil. El identificar ley con moralidad y/o con rectitud democrática es ignorar o desconocer el papel de la ley en reproducir un sistema injusto y escasamente democrático, como es el español. Lo que han hecho aquellos sindicalistas es, en un acto de desobediencia civil, mostrar la situación dramática en la que se encuentran más de un millón de familias españolas que viven en situaciones miserables (que creíamos habían ya desaparecido en España), resultado de unas políticas públicas frente a las cuales la única actitud de decencia democrática es la de rebelarse frente ellas. Hay que agradecer a tales sindicalistas que, con tal acto, la sociedad española se concienciara del impacto que tales políticas están teniendo en nuestro país.
Ir a respuesta
Mandrake 24/04/12 07:00
Ha comentado en el artículo Antología del debate YPF
Comentario en el Economista de hoy al articulo EXXON, CHEVRON,TOTAL y PETROBRAS entre otras, posibles aliadas de YPF Repsol, una gestión manifiestamente mejorable. La expropiación de YPF ha sido la crónica de una muerte anunciada. Sólo ha sorprendido a Repsol, que pensaba que al igual que en España todo le estaba permitido, y a una mayoría de españoles que no conocen los hechos, porque los medios han enfocado el tema como un enfrentamiento entre Argentina y España, cuando sólo se trata del problema de una empresa, algo que cualquier otra resolvería solita, sin insultos ni declaraciones de guerra, porque es infinitamente más eficaz. Ante una situación similar en Venezuela, Botín rechazó tajantemente la oferta de Zapatero de convertirlo en un problema de Estado, negoció solo y en silencio, y al final obtuvo un precio estupendo. Ninguna empresa seria se pone a patalear y a llorar como un niño pequeño, máxime si parte de la culpa es de una deficiente gestión, ni implica a su país porque así sólo se consigue enfrentar en vano dos naciones hermanas, obtener la mitad de la mitad y dañar a otros. ¡Y ojo, que esta deriva insensata de insultos y amenazas no acabe en una guerra comercial con toda Latinoamérica! A efectos de la expropiación, la historia comienza en mayo 2011, cuando Repsol anuncia a bombo y platillo el “descubrimiento” de un gigantesco yacimiento de petróleo y gas no convencionales en el suroeste de Argentina. En realidad, se trataba de un yacimiento bien conocido, pero que no se había explotado por no existir una tecnología capaz de extraer económicamente petróleo y gas de rocas madres, y Argentina tenía petróleo y gas convencionales suficientes mucho más baratos. Repsol montó todo un circo por razones internas, pues su equipo dirigente estaba siendo seriamente cuestionado en ese momento por Sacyr-Pemex, que de haber triunfado igual habrían cambiado el rumbo de la expropiación. Pero incluso en octubre, como recuerdan los mexicanos, acusan irresponsablemente a Pemex de desleal y ahora la piden ayuda. El encuentro con Obama Así las cosas, a principios del pasado noviembre, Cristina Kirchner viajó a Estados Unidos invitada por Obama, que le presenta a Rex Tillerson, el todopoderoso presidente de Exxon, que felicita a la Presidenta por “estar instalada sobre un océano de petróleo”. Sorprendida, le pregunta “¿de que océano me habla?”. El tejano se refería a “las rocas madres de Vaca Muerta”, un área de una extensión similar a Extremadura. La presidenta Kirchner se echó a reír de manera nerviosa: “Pues vaya novedad, eso lo conocemos los argentinos desde hace décadas, pero como usted sabe no son comercialmente explotables”. Tillerson no da crédito a lo que oye: “Señora Presidenta, me asombra que usted no esté informada. Ya hay un procedimiento operativo de fracturación con agua a presión y perforación horizontal, y a un coste de explotación que puede estar en torno a los 25 $/barril”. La dirigente argentina, que al parecer desconocía esa información esencial, vuelve a su país echando venablos contra Repsol, máxime cuando una Argentina autosuficiente en petróleo y gas ya no lo es. La cúpula de la petrolera española, por su parte, dedicada en cuerpo y alma a asegurar el control de la sociedad, ni reacciona ni es capaz de conseguir a tiempo un socio que aporte el dinero que ellos no quieren o no pueden poner. Pero el Consejo de Repsol, donde exceptuando los consejeros dominicales, el resto son políticos nacionalistas de CiU, PNV e independientes bastante afines que todo lo que saben del petróleo es que empieza por P y termina por O, algo insólito en una sociedad seria, y que cobran 300.000 euros por nada, no tenían ni idea de la urgencia de actuar. La precipitación de Rajoy en “declarar la guerra” a Argentina, en lugar de presionar en la sombra y meter por medio discretamente al Rey, y las últimas declaraciones inaceptables e insultantes de Brufau hacía Argentina, diciendo que le habían expropiado por no pagar sobornos, un comportamiento insólito que no forma parte de los usos y costumbres de las grandes empresas, han envenenado la situación y puede meter a más de 400 empresas españolas, que se comportan correctamente, en un lío de mil demonios. No se trata solo de que Kirchner se haya extralimitado, también lo había hecho Chávez, ni se trata sólo de que abuse de su posición dominante, pues eso podemos decir que lo hacen diaria e impunemente de alguna manera Repsol y Gas Natural con los españoles a través de su posición dominante. De puertas afuera, la Secretaria de Estado norteamericana no se puso al teléfono del Ministro de Exteriores. En Bruselas, donde coincidieron y Hillary no se pudo escabullir, Margallo sólo pudo conseguir “que van a analizar en que pueden colaborar”. O sea, nada. Mientras, en Londres están encantados, y si creemos que la UE va a ir mucho más lejos de las grandes declaraciones es que no saben como funcionan estos temas. Lo real es que Repsol ha perdido con su incompetencia y su prepotencia unas reservas que valen 200/250.000 millones de euros, porque aunque los ejecutivos no políticos son de primer nivel, algo de lo que doy fe porque conozco a casi todos, poco podían hacer cuando la Presidencia y el Consejo estaban en otra guerra: el blindaje del control de la sociedad. Según FT el sábado, “YPF es tan vital para Repsol que la pérdida financiera total será probablemente mucho mayor que el golpe inicial”, las agencias de “rating” la han degradado al borde del bono basura y la Lex Column desaconseja comprar. A Repsol le han expropiado las mayores reservas de Bolivia, la tensión es máxima en Ecuador y Perú, y en Argelia el proyecto de GassiTouil, donde hizo una oferta disparatada con Gas Natural, que luego no pudo mantener y al final le expropiaron, tuvo que pagar una cuantiosa indemnización. En Canadá, mientras tanto, construyó un planta de regasificación enla frontera con EEUU que ya no tiene utilidad alguna porque ahora tienen gas propio de sobra. Y ahora lo inimaginable: resulta que en 2008 firmó un pacto inaudito de recompra de las acciones de su socio Eskenazi en YPF -25,5%- si Repsol perdía el control -al precio que pagó Eskenazi y que debe casi íntegros-. En total, 3.300 millones ¡de los cuales 1.100 millones le había prestado Repsol! Según Bloomberg el viernes, Eskenazi le ha exigido cumplir el acuerdo. Repsol aducirá “fuerza mayor”, pero la expropiación no era algo no previsible, de hecho era lo único posible, así que ahora hay un pleito añadido que puede ser la ruina, porque además, al pasar a tener un 25+6=31%, estaría obligado a lanzar una OPA por la totalidad. El Gobierno argentino no venderá, pero los fondos americanos sí, o sea, una broma de más de 6.000 millones con rentabilidad cero para empezar, más lo que toque invertir en Vaca Muerta. ¿Pero dónde se ha visto firmar un “vender loan” a una persona que no tiene un duro y encima firmarle un contrato de recompra ante cualquier eventualidad? O no tienen ni idea de lo que se traen entre manos o están locos. El valor de Repsol hoy es menor que en 2005 cuando Brufau se hizo cargo de la sociedad, a pesar de que el capital que se está empleando es prácticamente el doble, 40.000 frente a 20.000 millones, y de que el precio del crudo haya pasado de 50 a 120$/barril. Es la compañía petrolera que peor se ha comportado en el periodo. Repsol y su dominio del mercado nacional Lo primero que deberían tener claro los españoles es que los intereses de Repsol no son los intereses de España y lo segundo que deberían saber, porque es parte de su bienestar y el de sus familias, es que el verdadero expolio es el de la petrolera a los españoles y a miles de gasolineros, que indefensos ante la acción concertada de Repsol, Cepsa y BP, que habían recibido los activos públicos del Monopolio de Petróleos por la décima parte de su valor, y la imposibilidad de abastecerse de otras fuentes, tuvieron que entregar por un precio irrisorio su patrimonio porque no podían abastecerse de otros operadores. Repsol mantiene una posición de monopolio, ilegal en todo el mundo civilizado, a través de la cual operan en el mercado doméstico con los precios de las gasolinas y de los gasóleos antes de impuestos más altos de la UE -los españoles pagamos 1.600 millones de euros más por los carburantes que alemanes y franceses-. Igual ocurre con sus primos de Gas Natural, que nos cobran los precios del gas más altos de la UE, mientras impiden entrada de competencia externa a través de condiciones discriminatorias en el sistema logístico de CLH, que controlan de facto, y de contratos leoninos con miles de gasolineros independientes, a los que imponen sus precios de venta impidiéndoles en la práctica el acceso a productos más baratos. ¿Y qué hace el Gobierno que ahora se arropa con la bandera de España, igual que Elena Valenciano, cuyo ex marido es consejero de YPF? ¿Por qué no defienden a los españoles de los monopolistas? Pues porque como se trata de un monopolio de facto está por encima de la Ley y ni el Servicio de la Competencia hace su trabajo -De Guindos estuvo al frente en la etapa Aznar ¡Cómo haga lo mismo en Economía que en Competencia!-, ni la CNE, ni por supuesto el Gobierno, que han tenido y tienen denuncias incontrovertibles de abuso de posición dominante y concertación de precios, y no han hecho ni caso. Así, que señor Rajoy, menos declarar la guerra a Argentina, y más proteger los intereses de los españoles de los abusos de unos monopolistas que actúan como si estuvieran por encima de la Ley. ¿O les va a permitir expoliarnos más aún para compensar la pérdida? Y mientras España se hunde y la clase media es aniquilada, ¿cómo vamos a crecer y ser competitivos si tenemos la energía más cara de Europa? Menos insultar a Argentina y más ocuparse de España.
ir al comentario
Mandrake 23/04/12 08:24
Ha comentado en el artículo Antología del debate YPF
2) Y con la deuda pública ocurre otro tanto. Ahora van a ver las cifras. Porque respecto de YPF –a pesar de lo manifestado por ese hombre que anduvo por ahí hablando de la excelente gestión de YPF– ahora nos encontramos con que tiene una deuda cercana a los 9.000 millones de dólares. Esto es algo que, por supuesto, se va gestando. Uno puede entender: son empresas complejas que hay que gestionar. Uno puede entender la lógica, la dinámica de la deuda, solamente cuando está sentado y habla con los actores. Porque, de lo contrario, puede parecer que es deuda de corto plazo, porque estábamos coinvirtiendo más. Se puede disfrazar la deuda de mayor inversión. Eso ha hecho el señor Brufau, quien nos ha dicho que el año pasado YPF ha tenido niveles récord de inversión; pero uno se pregunta dónde está esa inversión si la producción siguió cayendo. O sea, Brufau reconocía que la inversión venía baja. Después vamos a hablar de los planes de Brufau. El ministro que me acompaña y yo lo hemos visto y escuchado en primera persona diciendo que, después de mucho sostener que no había que modificar nada, en un par de meses nos traía su proyecto de modificación de la política de la compañía. Esto es algo que aparece refutado en el mensaje que envía la presidenta de la Nación porque, con desparpajo, este señor hacía una confesión donde decía: “Miren: la verdad es que hemos hecho esto de la siguiente manera. Ahora, a partir de este año, vamos a hacer esto otro.” ¿Y a qué te estabas dedicando? Y esto sólo se puede conocer si uno conoce los verdaderos planes estratégicos de la compañía. Porque la reversión de la situación de una compañía de esta magnitud se puede dar muy rápidamente y sólo la conoce quien está sentado en ese sillón. Por eso, sabiamente, aquellos que tienen riquezas hidrocarburíferas dicen que si éstas se quieren usar para algo –no si se quieren regalar–; si se quieren utilizar en beneficio del pueblo que representa, el manejo día a día de esa producción tiene que estar en manos del propio Estado. De lo contrario, tiene que haber una fuerte participación de éste en el control de la compañía. La deuda pública en la República Argentina se redujo de una forma extraordinaria. Ahora nos hablan de default de Grecia y de la reestructuración de dicho país. Pero atención con esto: hay reestructuraciones que son positivas para los países y otras que son negativas. Depende de quién la haga la reestructuración. ¿Qué es lo que conseguimos nosotros? Cambiar la estructura de nuestra deuda convirtiéndola en una deuda de largo plazo –era de corto plazo–, lo que nos permitió extender la vida promedio de la deuda pública nacional a once años casi duplicando el 6,1 por ciento de 2002. O sea que nuestros acreedores van a tener que esperar largo plazo porque este es el promedio para que nosotros podamos honrar esa deuda, como hemos hecho puntualmente una vez retransformada. Con relación a Energía e Infraestructura, voy a dejar que después brinde algunos elementos el ministro acerca de la política que hemos llevado a cabo; pero todo esto forma parte de un proceso acumulativo que va avanzando. No es gradual porque lo hemos hecho vertiginosamente y de esto hablan los números: un ritmo de crecimiento del 7,7 por ciento; a un ritmo de crecimiento de la industria de más del 9 por ciento. Algunos dicen: “Claro, ¡qué ventaja que tenían! Tenían esos establecimientos.” Muchos de los aquí presentes en sus provincias, en sus lugares, conocerán esos edificios fantasma donde antes funcionaban industrias y que hemos reactivado. Entonces, algunos dicen: “¡Qué fácil! Claro: estaba toda la estructura puesta y sobre eso es fácil estructurar el crecimiento.” No es así: durante treinta años estuvo eso allí enmoheciéndose y llenándose de telas de araña. Se necesitaba de una fuerte decisión, de mucha inteligencia y de llevar adelante con tenacidad un modelo que permitiera revertir una situación que requirió treinta años para que se despliegue completamente. Esto se inició a sangre y fuego ocupando esas plantas industriales, muchas de ellas con el ejército, y con algunos industriales cómplices que marcaban a los trabajadores que había que desaparecer para que la compañías pudieran tener clima de negocios y seguridad jurídica. Léase: “sin sindicatos que defiendan sus derechos y sin organizaciones a escala nacional”. Después, se produjo esa reforma laboral de la ley “Banelco” que pensaba que los sindicatos tenían que ser grupitos de dos personas y que tuvieron que escandalosamente aprobar. Entonces, ahora está la necesidad de recuperar el control. Algunos cuestionan por qué YPF y no agarrar alguna otra empresa. Ahora vamos a ver un poco la participación de YPF. No voy a abundar infinitamente en esto. Hay millones de datos. No quiero marearlos. Quiero referirme a los datos de la presidenta, simplemente profundizando un poco más el tema. También estamos para responder preguntas. YPF, aun después de la administración española de Repsol, sigue siendo el actor clave. Pero es verdad, no les quepa duda: si seguía este camino iba a dejar de serlo. Entonces, que ningún payaso venga a decir que YPF es una empresa sin importancia. Ahora parece que, para defenderla, hay que decir que no sirve para nada. Entonces, ¿por qué YPF? ¿Este es el argumento? ¿Por qué YPF, si controlar esta empresa no sirve, si es un pedacito chiquito del mercado? La reducción de la participación de YPF en el mercado es el resultado de la propia política de YPF. Esta empresa es menos en el mercado extractivo porque sistemáticamente Repsol tuvo la responsabilidad de haber sido el total controlante de esta compañía a través de su porcentaje accionario: siempre. Desde1999 en adelante lo que hace YPF lo deciden funcionarios españoles. Y me animo a decir más porque participé como veedor de algunas reuniones de Directorio: lo hacen con comunicación directa con España. Del mismo modo que ocurrió con Aerolíneas Argentinas se dedicaron a descerebrarla, a lobotomizarla, a sacarle hasta los sistemas con los que se tomaban las decisiones. Porque, señores: tienen derecho. Es un grupo trasnacionalizado que no piensa en el trabajador argentino ni en el automovilista argentino. No sé en qué lugar está, dentro de las prioridades de Repsol como grupo a cuánto van a pagar el combustible nuestras industrias y nuestras generadoras eléctricas; si va alcanzar –o no– la producción nacional. Y les digo más, porque los hemos escuchado: se quejan todo el día del precio. Los hemos escuchado en estas últimas reuniones a Brufau diciendo que el problema que tuvo YPF es que los precios internos eran bajos. Ahora, si esos precios internos eran bajos, ¿cómo sostuvo esa extraordinaria rentabilidad durante todos estos años? Tan bajos no eran. Pero como ustedes saben en economía, como en la vida, los precios son bajos o altos dependiendo con qué se comparen. Entonces, aquí se pretendía que el precio de la nafta, del gasoil, del barril de crudo, estuvieran al mismo nivel que el mercado internacional; mercado que no tiene únicamente como dificultad para nosotros que ha elevado sus precios a niveles históricos que nadie se esperaba –superando la barrera de los 100 dólares el barril– sino que además, en lo que respecta a nuestra política, es altamente fluctuante y tiene elementos especulativos, como todas las commodities. Entonces, ¿qué vamos a hacer? ¿Fijar el precio de la nafta mirando el WTI? ¿Mirando cómo se mueve el mercado de Houston? Entonces, ¿el señor va a llegar al surtidor con una pantalla de Bloomberg o de Reuters viendo a cuánto está el petróleo en Houston? ¿O cuál es la última invasión norteamericana, lo cual que afecta el precio del petróleo? Bueno, señores, ese precio pedía el señor Brufau. Un precio a tono con el precio mundial o, si no, que se lo dejara exportar más, independientemente de si se satisfacía el mercado interno. Lo ha dicho delante de todo el mundo. Ha dicho: “¿falta fuel o gasoil para satisfacer a las generadoras eléctricas? Que lo traiga el Estado y que se lo venda al precio que ustedes dicen.” ¿Por qué el precio al que le vendemos a las generadoras es bajo? Porque de eso depende el precio de la energía del país. ¿Cuándo es alto o bajo el precio del barril y con qué lo queremos comparar nosotros? Con los costos de la compañía. Hagan un ejercicio de economía básica. El barril en el extranjero está ahora a 104/105 dólares. Y nosotros “obligamos” –y lo pongo entre comillas– a vender aquí a 60 dólares o 67 dólares. Claro, el señor dice que no hay seguridad jurídica ni clima de negocios. “¿Por qué el tipo que explota en Afganistán vende a 105 y yo, que he hecho la inversión, que soy un gran empresario y me codeo y manejo con los grandes petroleros del mundo, no puedo vender todos los barriles que saco a 105 dólares?” Si se lo regulamos de alguna manera es mediante una legislación imperfecta, armada filosóficamente para un mercado desregulado y para cuando el barril estaba a nueve, treinta o cuarenta dólares. Entonces, ¿es alto o bajo el precio del barril interno? ¿Lo podemos controlar teniendo a un señor que todos los días va a condicionar su actividad a que el barril interno esté al mismo precio que el barril externo? Y no digo algo malo. Es de buen empresario hacer eso. Nos lo dijo a nosotros: “Si quieren que venda más barato me van a tener que obligar.” ¿Qué quiere decir eso? Que tenemos a una empresa cuyos intereses chocan con los intereses del país. Se la puede regular y llevar con riendas. Pero, pónganse en las botas de un empresario que puede vender a 105 y adentro a 60 ó 65 dólares. ¿Qué creen que va a hacer? Va a guardar el petróleo, no lo va a sacar de debajo de la tierra. Lo va a retener, a atesorar ,y hará que falte el petróleo para obligarnos a nosotros a importar petróleo –ahí sí, a los duros 105 dólares– y luego venir y decirnos: “Ven, son estúpidos ustedes, lo pagan a 105 dólares afuera cuando se los puedo dar –ya no a 65– a 80 ó 90 y ahorran plata.” ¿Ahorrar plata? ¡Pierde plata el país! Porque nuestro criterio para ver cuál es el precio del combustible, de la energía, en la Argentina son los costos reales en que incurren las empresas. Y a cualquiera de esos que dicen que con regulación se puede conocer todo esto, ¡por favor! La única forma de conocer los costos es estar parado pozo por pozo. Es la única forma, si no, te van a mentir. ¿Cuántos funcionarios públicos necesitaríamos para conocer una actividad tan compleja y de milímetro como la petrolera? Porque los tipos te dicen que el pozo bajó la presión, hay que subirla, estoy trayendo una máquina... ¡Señores, lo saben solamente ellos! Por eso, los Estados intervienen en el control de sus petroleras. Justo es una empresa que, a nivel productivo, depende de recursos naturales que no son un bien industrial que se produce estandarizadamente. Hay que ir a ver el pozo, hay que ver cómo está. Juntamente con el ministro y con los delegados que ha colocado la intervención recién ahora nos estamos enterando del estado de los pozos. Con el secretario de Energía, Daniel Cameron, hemos tratado de conocer el estado de cada pozo, pero te dicen que se agotó. ¿Qué quiere decir eso? Que ya no es rentable. ¿No es rentable para quién? ¿Y qué se va a hacer? La Secretaría de Energía debía remitir una nota para pedir que ese pozo se ponga a producir. ¡Pero eso se hace con un perillero, unas palancas y unos botones que hacen producir el pozo! Pero esos botones están en la dirección de Yacimientos Petrolíferos Fiscales. No están en ningún otro lado del mundo o, perdón, tal vez, están en el grupo Repsol. Nos han desabastecido para quebrarnos la muñeca y sacarnos más precio. Cameron ha luchado denodadamente para que eso no ocurra, y lo ha conseguido ya que los precios internos están desdoblados de los externos. Cosa que me hace acordar a otros exportadores a quienes tampoco les gusta que los productos internamente no se vendan al precio internacional y que están dispuestos a ponerlos al costado de la ruta. Y me refiero a muchos que, además, te dicen que no hay clima de negocios ni seguridad jurídica. Claro, seguridad jurídica es que hagan lo que se les cante, porque es así, sin pensar en el conjunto de la economía argentina. Ese es el papel del Estado. Por eso, en algunas actividades la regulación es tan sofisticada –casi me animaría a decir imposible–, si es que uno no quiere una maraña regulatoria y un batallón de tipos que van a ser más empleados que la propia YPF para controlar a YPF. ¿Hace falta que hagamos esto cuando se trata de una empresa que por su ADN es argentina? Y si no es argentina, por lo menos, es nacional. O, por lo menos, no juega en un grupo trasnacional que ni siquiera producía petróleo o que ha aprendido a producir petróleo con YPF. Y no contento con eso, se ha expandido a producir petróleo en otros países con la espalda enorme que le dio la producción de YPF. Entonces, ¿cuál es el precio del barril? Esa es la discusión. Y la decisión de la señora presidenta es que para controlar fehaciente, responsable e inteligentemente eso la única forma que ha enseñado el mundo desarrollado y el no desarrollado, los países que nadan en petróleo y que lo cuidan como si fuera oro, es controlando directamente las compañías petroleras. Tal vez, la economía más grande del mundo pueda hacer otra cosa. Pero son casos especiales. Sus economías son casi el mundo. Pero todo los ejemplos que uno pueda encontrar –Noruega es un caso– van en el sentido indicado. Nosotros hemos transitado un camino arduo, de pelea, de sudor y de lágrimas para conseguir que la producción hidrocarburífera se encuentre a tono con las necesidades del crecimiento acelerado que hemos tenido y que creemos que va a seguir, aunque ellos no lo creen y apuestan todo el día, como dijo la presidenta, a que esto se rompa porque si no van a tener que seguir vendiendo los barriles en el mercado interno, que afuera pueden colocar a precio internacional, a un precio diferente en virtud de que se necesitan. Es así como nos han llevado al desabastecimiento a fin de torcernos la muñeca. Como lo hace todo empresario más o menos avezado, lo han hecho de manera disimulada, de manera lateral, sin comunicar sus planes. Les comento a los paladines de la regulación que regular al sector privado en materia hidrocarburífera no es tan fácil. No te van a venir con su plan de negocios verdadero. No sabés para qué pusieron dos mangos allá o acá. Tienen quinientas cincuenta mil excusas para decirte que lo hicieron y al cabo, como son inversiones de mediano y largo plazo, igual que en el caso de Aerolíneas Argentinas, te enterás cuando solamente vuelan veintiséis aviones. Es decir, te dicen que uno está en reparaciones, otro en mantenimiento o que tal repuesto no se consigue y hubo que traerlo de afuera. Señores, es muy difícil. De lo contrario, se va a tener un Estado gigantesco para regular a una compañía que la experiencia indica que la única regulación efectiva es el control. Esto no es una receta de libro de texto. Hay que ver cada sector. Son contados los ejemplos, como justamente el de hidrocarburos, donde todo el mundo hace prácticamente lo mismo. Entonces, ¿cuál es el problema? ¿Que la revolución de mayo está mal porque en vez de haber sido en 1810 debió haber tenido lugar en 1805? ¿Entonces no me pliego? Puse cualquier ejemplo. La oportunidad surge en el desenvolvimiento de una política. Seguro que todos tenemos algo para opinar. Pero hoy tenemos este proyecto que marca el problema y propone una solución sobre la cual ya estamos sentados trabajando. Y esto va a dar resultado, tanto como lo dio en el caso de Aerolíneas Argentinas. En términos de puntualidad remontamos una situación imposible. Ustedes estaban y viajaban cuando estaba Marsans. Era un desastre. Creo que hoy salió en el diario un artículo sobre los niveles de puntualidad auditados por los mismos que levantaba la oposición muchas veces para decir que la empresa funcionaba mal –The Tour– y que ahora ni mencionan para decir que funcionan bien. Dicen: fuentes privadas independientes. Esas mismas fuentes se sientan delante de la pantalla y miran cuándo salen los aviones. Esto ha costado, porque hubo que cambiar una cultura organizacional, tal como expresó, de nuevo con otra decisión valiente, la presidenta de la Nación en aquel discurso de los hangares de Aeroparque, cuando dispuso una serie de medidas que eran lo que faltaba. Y uno diría: ¿por qué no las tomó el día uno? Porque los problemas se van mostrando de a poco, como dice el chiste de los elefantes –imagino que lo conocen–: si uno les toca solo la trompa piensa que es una manguera y si le toca una pata piensa que es una columna; hay que ver el bicho entero. Para esto hace falta andar un camino y ese camino se ha andado. Ya no se puede seguir en estas escenas de pugilato con un empresario que lo que quiere es vender el barril del petróleo acá adentro a 105 dólares y ha hecho las cosas para forzarnos a que esto tenga que ser así. Incluso tiene el desparpajo de decir: ahora les cuesta más barato pagarme el gas a lo que estoy diciendo que seguir importándolo. Si él es el que día a día va haciendo todas las cosas que uno no puede ver para reducir la producción de gas. Lo he dicho el primer día: esto no es un problema de producción. Y vamos a demostrar que mintió al decir: los pozos están declinando porque están viejos, agotados; esto es natural, no vengan a pedirme que haga milagros; estas son leyes de la geología. En YPF con control estatal, señor Brufau, va a operar un milagro, porque vamos a producir más. Usted no producía porque invertía en otro lado, en negocios de corto plazo, en estaciones de servicio que parecen shopping centers y en ahorcar a los estacioneros que no son propios en vez de hacerlo en extracción y en exploración. ¿Qué nos viene a decir que están viejas las áreas? Al lado de las concesionadas a YPF siempre hay otra empresa que con la misma cuenca aumenta la producción y la reserva, mientras YPF la disminuye. Y no es que no nos dimos cuenta, hemos tenido paciencia. Hemos tratado de orientar y regular las políticas. Quiero contarles la primera reunión y la segunda que tuvimos con Brufau. A la primera vino montado en una soberbia increíble a decirnos que YPF había hecho todo perfectamente, que no había tal declinación ni tal falta de inversión. Y vino a la segunda, después de ver que el gobierno y la presidenta de la Nación estaban convencidos de que esto era un ultimátum –desde la primera reunión hasta la última hemos dado dos meses–, a decir: la verdad es que podemos revertir esta situación, pero Repsol no tiene plata para invertir. La pregunta es: ¿dónde la habrán puesto que no la tienen? ¿Qué pozo puede dar unos metros cúbicos más? Solo se conoce ahí. Esto, por poner un caso. Si las reservas de una compañía son el secreto, lo conoce solo ella. Y está bien que ocurra así. Porque de la otra forma habría que poner geólogos al lado de cada geólogo y conocer al detalle lo que está ocurriendo en cada área. Y para eso tendríamos una YPF tan grande como YPF que en lugar de producir petróleo y combustible se dedique a controlar a la otra empresa. Hay sectores que se controlan manejándolos, conduciéndolos. Por eso no hemos aspirado a expropiar toda la compañía; simplemente, a modificar el control que hasta ahora era del grupo Repsol, responsable de haber llevado a la compañía en una dirección. Se ha hablado de todas las maneras posibles. Hasta hemos sido –por decirlo de alguna manera– amigables, amigos de Repsol, cuando más o menos veíamos que iba en la dirección adecuada. Hay ciertas decisiones que se toman hoy cuyos frutos se conocerán en tres años. Y uno no sabe de qué inversión se trata. Uno podría decir: problema tuyo si no lo sabías. Señores: cualquiera que esté metido en un proceso productivo sabe que hay que caminar la planta todos los días y no una vez con un arqueo para saber qué es lo que realmente pasa en una empresa; y ni hablar de las petroleras. Voy a hablar del ingreso de Repsol a la compañía. Fíjense la evolución de producción de petróleo de YPF Repsol. Porque acá hay un problema de los empresarios que conducían Repsol. Pese a las mentiras que obviamente decían: nosotros estamos consustanciados con el gobierno, creemos en esta política; lo que hicieron fue que ni bien se vino la devaluación iniciaron una política sistemática de reducir la producción por esto que digo de la pulseada, más todo lo que comentaba la presidenta que uno se pueda imaginar, de apuestas políticas que hayan hecho estos empresarios. Después, si quieren, voy a mostrar precios de petróleo. Porque obviamente para ellos el indicador es el precio. ¿Por qué el precio interno es más bajo que el externo? Porque es una política deliberada que en algunos sectores se mantenga un precio interno bajo para sostener el poder adquisitivo del salario y para fomentar la competitividad de la industria en la producción –no solo de la industria, del comercio y el transporte, ya que todos indirectamente viven de la energía– con el objeto de dar seguridad jurídica y clima de negocios –palabras horribles–. Nosotros mantenemos un precio estable, no ese serrucho que son los precios internacionales del petróleo y los combustibles. Para todo eso hace falta regular el precio interno. Y si este Congreso discute cuál tendría que ser el precio del barril para garantizar estas variables que estoy poniendo, probablemente llegue a números que al señor Brufau le provocarían un ataque cardíaco, porque puede ser que hasta no sean rentables para la compañía. Supongamos que nuestros pozos empiezan a ser menos productivos y aumentan los costos. ¿Hasta cuánto este Congreso está dispuesto a llevar el precio del barril interno de petróleo? Tal vez haya que subsidiarlo. No es este el caso, porque afortunadamente este país tiene recursos que permitan producir petróleo a un costo barato. Pero tenemos que discutirlo porque esto pasa con muchas tarifas que nos las tiran encima como si fuera un problema, por ejemplo, porque el Estado regula el precio de los pasajes. Cuando Mata y compañía estaban sueltos se presentaron en el CIADI a decir que las tarifas aéreas eran muy bajas. Esto es antiempresa. No permite la libertad de mercado. Claro, pero preguntémonos respecto a qué y para qué son muy bajas las tarifas aéreas: para que los ciudadanos argentinos, para que los habitantes de un país federal como este tengan unas tarifas aéreas a niveles razonables. Por supuesto que Aerolíneas Argentinas, en los lugares donde hay monopolio, podría poner las tarifas aéreas por el cielo. Pero es una política de este gobierno que las tarifas aéreas y de transporte y que el barril de petróleo esté a niveles razonables para garantizar determinado bienestar a la sociedad con la competitividad, que también representa más puestos de trabajo, y con la no fluctuación de los precios internos a niveles internacionales. Ahora bien, todo ese combo da que para una empresa privada puede sonar a escarnio o indignación que nosotros tengamos estas políticas. Uno podría preguntarse a cuánto tiene que estar el subte. Claro: viene una persona con estas ideas y clava un aumento del 123 por ciento. ¿Y qué tenemos? Que la gente va a viajar en colectivo. Porque son tarifas sociales, con sentido social. Podremos subir y discutir los niveles de las tarifas en función de 500 cosas, pero nuestro objetivo no es la rentabilidad de la empresa. Entonces, aparece el subsidio. Pues bien, el subsidio bien entendido es la diferencia entre el precio y el costo. Si nosotros ponemos un precio al bolsillo más bajo que el costo aparece que alguien tiene que asistir a las empresas para que tengan una rentabilidad razonable. Porque creemos en la libre empresa subvencionamos a algunas compañías que con los niveles de precios, que son una política económica y macroeconómica del país, porque son determinante y resorte del nivel del salario real… Así que los que dicen: “che, ¿por qué no tienen más ganancia?”. Discutamos los precios y cuando esos precios están regulados –a veces, amistosamente, porque hay que ser amigos de los empresarios, ¿no De Vido?, cuando no tenemos el instrumento para fijar el precio por resolución–, hay que ser amigos o parecer amigos, e ir y acordar. Es un acuerdo libre. ¿Qué dice el señor Brufau? “Para que yo haga lo que ustedes necesitan – era todo muy criterioso– me van a tener que obligar, porque yo no lo voy a hacer.”. ¿Por qué? “Porque yo tengo que obtener la máxima ganancia”. Máxima ganancia implica precios elevadísimos, impagables para los argentinos. Por eso la presidenta muestra lo del déficit y dice “esto es crucial para nuestro modelo”. Nosotros vamos a asegurar rentabilidad para YPF, pero no lo vamos a hacer a costo de poner tarifas que quiebren a las empresas. Pregúntenle a un empresario, a esos señores que vienen hablando de la rentabilidad en este sector. Pregunten a todos los demás empresarios qué opinan de los precios de los hidrocarburos sostenidos en estos niveles gracias a la política de este gobierno. Ahora bien, ¿qué pasaría si nosotros tenemos mayores costos o si durante una etapa tenemos que explorar algunos yacimientos, lo que nos requiere incurrir en mayores costos? ¿Qué nos diría el señor Brufau? “Yo lo hago si vos me das precio”. ¿Qué diría? Que es lo que nos dijo: “dame el gas a 9 dólares y yo te saco el gas”. ¿Cómo fiscalizamos los costos finos si no es estando ahí adentro? ¿Hay que creerle a la declaración jurada de un grupo trasnacional? Hay instrumentos que no tenemos: podríamos entrar a modificar los instrumentos, pero todas las empresas han entendido que el camino razonable, justo y necesario es este. Y, de nuevo, que era una asignatura a revertir. Hemos sostenido esto andando tan bien con este crecimiento, con esta competitividad, sin la necesidad de hacerlo. Ahora se nos presenta esta necesidad. ¿Qué ha hecho, entonces, YPF? Ha disminuido, la producción de petróleo desde 1997 hasta ahora en un 49 por ciento, sistemáticamente y a partir de la devaluación. También lo han hecho en el campo en algún momento: es una práctica común del productor exportador guardar la producción, atesorarla, porque tiene la perspectiva de conseguir un precio más alto. Hemos visto esos nuevos silos…, la práctica normal del empresario. Brufau podría decir “sí, yo he guardado producción porque esperaba que el precio fuera a subir”. Pero no es que esperaba: todos los días operaba, insistía, presionaba…; la presidenta usó la palabra extorsión. Porque si te desabastecen el mercado y te dicen “la única forma de abastecerlo es subir el precio”, ¿cómo tenemos que catalogar eso? Aunque no es ilegal, sí está reñido con los principios que rigen nuestra ley de hidrocarburos. Pero, claro, ese es un grupo empresario que tenía un solo objetivo, que era maximizar la ganancia. ¿Y si el señor decía toda la inversión la voy a poner en las estaciones de servicio y no en la extracción? ¿Por qué? “Porque es más rentable”. Sí, es un resorte que maneja la compañía. Más aún, el directorio puede presentar un plan de inversión y después apartarse todos los días o hacer como hicieron otras empresas, que dijeron “hay un clima enrarecido en el mundo y mañana dejo de invertir”. Pero hemos llegado a un punto que nosotros necesitamos cantidad y precio que acompañen nuestras políticas. Y ya no es tiempo de seguir viendo si se les ocurre o no, si están de acuerdo o no. Lo tenemos que hacer. Y no lo vamos a hacer con fobia hacia todos los privados que manejan todo el sector o la propia YPF, porque parte de estas acciones flotan en el mercado. Vamos contra el grupo que tuvo esta estrategia, que llevó adelante estas políticas y que, como vamos a hablar dentro de un minuto, pensaba seguir llevándolas adelante. Ni siquiera esto es completo, porque fíjense que Repsol posee más acciones de las que les da el control de la compañía. Entonces, solamente necesitamos las que sirven para controlar la compañía. Si ustedes, junto con los diputados, aprueban esta ley Repsol seguirá siendo dueña a tal punto que ni siquiera hay problema con Repsol como empresa, como grupo. El problema son la dirección, los planes que llevó adelante y lo que pensaba seguir haciendo, que solamente se pueden torcer… Porque nos han dicho “dialoguen”… El otro día escuchaba a alguien de la oposición que decía que en otros países se condiciona a las compañías, hay miles de instrumentos… Pero después, cuando vamos y ponemos a jugar esos instrumentos hablan de patoteros…, ¿no? Cuando el Estado se para y le dice “señor, usted…” hablan de patoteros. Pero no es eso, sino que el tema es más de fondo: puede ser que las mayores ganancias de Repsol con YPF no surjan de implementar los planes acordes a nuestras necesidades. Es así, porque nos ha develado sus planes, nos ha dicho que ya estaba en conversaciones para implementarlos. ¿Qué organismo regulador puede saber con quién conversa Brufau y qué compromisos tiene si no está sentado en la empresa? Y cuando el acuerdo ya esté hecho, como sucedió en alguna zona, nos vamos a enterar de que ya lo tiene firmado. ¿Es ilegal? No es ilegal. ¿Requiere de nuestra autorización? No requiere de nuestra autorización. Sistemáticamente, ha reducido la producción. Les muestro un gráfico: en el año 1997 en la producción de petróleo local, días antes de que esta gente tomara el control de la compañía, Repsol representaba el 42 por ciento. Y ahora algún papanata dice ¿cómo van a expropiar una empresa que representa sólo el 34 por ciento? Esto fue una política deliberada: no producir petróleo porque se dedican a los segmentos premiun del mercado. Es como había hecho Marsans con Aerolíneas Argentinas: ¿dónde va a poner los aviones? ¿Los va a poner a volar en vuelos directos a Santa Rosa? No, va a los segmentos premiun del mercado. Si no, fíjense dónde está operando la empresa privada que es competencia de Aerolíneas Argentinas: en los destinos que tienen más pasajeros, que son pasajeros que viajan en primera, destinos cercanos, no sea cosa que tengan que viajar con tarifas reguladas gastando mucho combustible. Pero, claro, son libres de hacer eso. Ahora bien, la pregunta es: ¿la política aerocomercial argentina tiene que bailar al ritmo de la rentabilidad empresaria en un sector estratégico como los vuelos aéreos? Y vemos los resultados. Sin violar ninguna ley probablemente –probablemente, pero vamos a ver qué hicieron con el medio ambiente cuando miremos en zona qué pasó con los pozos, dónde tiraban cada metro cúbico de agua contaminada, vamos a ver con qué nos encontramos cuando abramos la caja negra, lo que cualquier empresa privada sabe esconder muy bien cuando viene un inspector, cuando vienen diez inspectores-, si YPF ahora es 34 por ciento del mercado es porque desde 1997 al 2011 se ocupó de no producir más crudo, porque le gustaba más el precio de la premiun y no del barril. Me atrevo a plantear un contrafáctico: si nosotros hubiéramos puesto el precio internacional como ellos pedían, YPF quizá era hoy el 60 por ciento del mercado. ¡Qué argumento estúpido y circular decir “no le saquen la compañía a los que provocaron esto porque miren, pobre gente cómo están, solamente son el 34 por ciento del mercado”! Esperen que el Estado tome el control de la compañía para ver si esta proporción se respeta. Miren a la propia YPF que cuando le gustaba el precio producía más, y cuando después de la devaluación el precio del crudo dejó de gustarle, hizo dos cosas: pidió precio internacional en una ventanilla y nos ahorcó a los argentinos en la otra. ¡Pobre gente! ¿Cómo siendo solo el 34 por ciento? ¿Cuál es el resultado de ese argumento? ¿Quiere algún senador presentar un proyecto de ley para expropiar a todas las empresas porque está de acuerdo con el contenido? ¿O es una chicana estúpida que no va a ningún lado? ¿Qué pasa? ¿No les alcanza con expropiar YPF? Y ni siquiera YPF, sino una parte, que es la porción accionaria respetando a la propia Repsol, que se queda con una participación muy importante en una empresa enorme. Además, esto va al Tribunal de Tasaciones de la Nación para pagar, según nuestra ley de expropiación, lo que termine siendo el costo real. No les vamos a pagar lo que ellos dicen, como quiere el señor Brufau: 10.000 millones de dólares. ¿Eso dónde está? ¿En la especulación que mandaron a hacer algunos días que pensaban que iban a vender las acciones? En ese leonino estatuto interno que dijeron que si alguien osaba poner un pie, como al propio Estado… Porque créanme que si uno quería comprar acciones para entrar a la compañía y pasaba el 15 por ciento, pisaba la trampa del oso y tenía que comprar el ciento por ciento a un valor equivalente a 19.000 millones de dólares. ¡Porque los tarados son los que piensan que el Estado tiene que ser estúpido y comprar todo según la ley de la propia YPF, respetando su estatuto! ¿Si no dónde está la seguridad jurídica? Señores, fue una empresa, se reunieron y dijeron: “¿Cómo podemos hacer para que nadie nunca intervenga en el control de la compañía?” Será que es sagrado el control de compañía, será que se dieron cuenta que tenían la gallina de los huevos de oro y dijeron: la vamos a hacer parir pero que nadie pueda husmear acá en la compañía. Ese director que tenemos es porque la acción de oro desapareció, porque ahora tenemos una acción de oro boba. ¿Cuánto tenemos? 0,9 por ciento…
ir al comentario
Mandrake 23/04/12 08:22
Ha comentado en el artículo Antología del debate YPF
Hola, va en 2 tandas porque es largo Sr. viceministro de Economía y Finanzas (Axel Kicillof). – Buenas tardes: muchísimas gracias por la invitación a los señores senadores y al señor presidente de la Comisión. Queríamos acercarnos hoy con el arquitecto De Vido para llevar adelante dos exposiciones en paralelo. En primer lugar, para aportar a los fundamentos que ayer de manera prístina, transparente y clara, ha expuesto ante la opinión pública la presidenta de la Nación al advertir que se estaba enviando a esta Cámara el proyecto. En segundo término, para comentarles algunos detalles adicionales con respecto a la situación de la compañía. Algunos de ellos los hemos empezado a conocer a partir del día de ayer, cuando se hizo efectiva la intervención. Al tratarse de una empresa privada lo primero que podemos decir es que venía funcionando como tal. Quiere decir que hay mucha de la información que maneja la propia empresa que no estaba disponible para las autoridades en tanto se trataba, en algunos casos, de cuestiones prospectivas con respecto a los nuevos yacimientos y niveles de reserva esperados que la propia empresa había descubierto pero que todavía no había convalidado ni anunciado. Todos estos eran resortes que movía la propia compañía y que creemos que en el transcurso de los días de esta intervención vamos a ir conociendo. Uno de los temas fundamentales de los que teníamos noticia, pero que sólo desde dentro de la propia compañía se puede conocer, son los pasivos ambientales que con seguridad no han sido expuestos en sus balances. Probablemente, en el transcurso de los días los vayamos conociendo desde los motores internos de la compañía y los propios especialistas que estaban, de alguna manera, contenidos dentro de la empresa en su actividad anterior. Sin embargo, ya estamos en condiciones de decir que los números de los que estaban hablando los propios ex directivos de manera muy imprudente acerca del valor de la compañía van a ser revisados a medida que podamos conocer los vericuetos y la información secreta que la propia empresa manejaba. Con ello, vamos a poder conocer su situación patrimonial, sus activos y sus pasivos. Lo mismo ha ocurrido en el caso de una empresa que también había sido manejada por otros empresarios españoles como fue el caso de Aerolíneas Argentinas. Después voy a abundar un poco más al respecto. La verdad es que por más que he escuchado aclaraciones diciendo que los números estaban a disposición, que por qué las autoridades no actuaron antes, lamento decir que tratándose de una empresa privada -y en pleno respeto de los derechos de una empresa privada- hay buena parte de la información que sólo se conoce cuando uno tiene ocasión de ponerse en la conducción de la empresa: llamar a los funcionarios y preguntarles cuáles son esos números que en los libros contables no estaban apareciendo porque la propia empresa, como política deliberada, tenía la intención de ocultarlos. En Aerolíneas Argentinas, como ustedes sabrán, tanto los pasivos como los activos estaban sobrevaluados y subvaluados respectivamente como para disimular la situación de riesgo que estaba atravesando la compañía. De hecho, eso sólo se pudo descubrir una vez que se realizó una fuerte auditoria interna que sólo el Estado puede realizar cuando está en condiciones de manejar la compañía, como es el caso ahora de YPF. Supongo que todos los días van a ir apareciendo noticias con respecto a las políticas comerciales y patrimoniales que llevaba adelante Respsol en la conducción de YPF y que solamente se pueden conocer estando allí. Antes de comenzar una exposición que va a abundar un poco sobre los lineamientos generales que –decía recién- expresó y expuso tan magistralmente la presidenta de la Nación en el día de ayer, quiero referirme a algo que aparece en el mensaje que se ha enviado al Congreso y que me parece importantísimo para comprender un poco cuál es la dimensión histórica de la medida que se está tomando. Como todos ustedes comprenderán, y evidentemente saben, la economía mundial y también la economía de la Argentina atraviesan y han atravesado a lo largo de su historia diferentes ciclos económicos. Es llamativo y fundamental comprender el porqué y la oportunidad de este proyecto de ley de expropiación -y también de regulación y control del sector: o sea, de recuperación de la soberanía hidrocarburifera de la Argentina-: es decir, por qué se presenta precisamente ahora. Esto tiene mucho que ver con la comparación con el modelo económico que imperó en la década del 90, cuyas raíces no fueron tendidas en la propia década del 90. De hecho, la década del 90 no fue otra cosa que la profundización de un modelo neoliberal que en la Argentina comenzó a arrasar con fuerza a partir del golpe de Estado de 1976, pero cuya consumación tuvo lugar en la década del 90. Entonces, lo que quería señalar simplemente es que una cosa era la empresa Yacimientos Petrolíferos Fiscales -más allá su forma de propiedad, más allá de su forma de administración- en el marco del modelo neoliberal, y otra cosa distinta es el papel, la función y el lugar que tiene reservado una empresa estratégica y el sector en su conjunto. Después vamos a hablar un poco de por qué YPF cuando hablamos del sector hidrocarburos. Es algo que también han llamado discriminación pero que resulta muy fácil ver en números. De ello, se han hecho eco muchos legisladores. “¿Por qué YPF?” es la pregunta, como si estuvieran defendiendo los intereses particulares de esta compañía; como si nosotros tuviéramos que venir a esta casa para explicar cuál es la significación y el lugar que ha ocupado YPF en la historia argentina, más allá del lugar y de la participación que hoy tiene en cada uno de los segmentos del mercado hidrocarburífero y energético después de la gestión privada; en particular, de la gestión española. Quiero decir que un lugar esta reservado para YPF en el modelo neoliberal y otro lugar está reservado en un modelo de crecimiento con inclusión social como el que estamos desplegando a partir del 2003. Esto hay que entenderlo porque los hidrocarburos pueden ser tomados simplemente como un commodity de exportación -como fue el oro en la época de la colonia, cuando en Sudamérica la actividad industrial, productiva y comercial era mínima; y entonces se trataba de venir a explotar los recursos naturales de nuestros países como si fuera simplemente materia de exportación para llevárselo a los países centrales-, y otra cosa distinta es el tratamiento que deben tener los recursos estratégicos en el marco del crecimiento acelerado: un crecimiento con cada vez mejor distribución del ingreso; con participación de los trabajadores; con cada vez mejores estándares de vida para toda la población. Por tanto, una cosa es pensar que el petróleo es un recurso a extraer y a exportar al exterior, y otra cosa distinta es pensar que ese recurso se convierte en estratégico porque se transforma en un resorte y un elemento central del crecimiento y del bienestar de la población argentina. Así que una cosa es YPF en los años 90 y otra cosa totalmente distinta es YPF en el modelo que ha rendido sus frutos; que ha dado unos resultados pasmosos en términos de crecimiento, en término de salarios reales; en fin, en términos de todos los indicadores que se le pueda ocurrir en estos últimos años. Una cosa distinta es el papel que tiene reservado en contraposición con el que ocupa en términos de modelo económico y del daño que puede hacer una compañía como YPF, manejada por intereses que la están considerando de otra manera totalmente distinta. Porque YPF no es sólo la privatización, como planteaba ayer la presidenta. Se trata particularmente del proceso de desnacionalización que se consumó no en aquel 1992 sino en 1998 y, finalmente, con el control efectivo a partir de 1999 por el grupo Repsol, que entonces convirtió a YPF -como ocurrió con Aerolíneas Argentinas- en una empresa más de un gran grupo económico que ni siquiera es completamente español. Entonces, YPF se convirtió en un elemento a jugar dentro del balance de un grupo económico que, por supuesto, tiene intereses que superan los de los españoles: son intereses de un grupo trasnacional que se ha expandido por toda la orbe. Por tanto, YPF sirvió de fuente de recursos para solventar esa expansión. En consecuencia, ya estamos hablando de una cosa completamente distinta. Con sólo plantearla en términos generales, uno aprecia lo poco que tenía en cuenta el grupo Repsol las necesidades de un país como la Argentina -las necesidades de sus trabajadores, las necesidades de su pueblo y las necesidades del conjunto de su industria- dentro de las coordenadas que consideraba cuando tomaba sus decisiones. Esto se ha ido expresando a medida que la Argentina retomaba la senda del crecimiento, la consolidaba y la convertía en sustentable. Esto ha sido así hasta llegar a la situación actual, donde sabemos que tenemos condiciones para crecer durante decenas de años más. Entonces, ahora sí no podemos darnos el lujo de esperar que un grupo trasnacional se siente a discutir con nosotros qué va a hacer con el gas, qué va a hacer con la producción directa del petróleo, qué va a hacer con el precio de cada uno de los tipos de nafta y de los combustibles, qué va a hacer con sus exportaciones y qué va a hacer con sus importaciones. ¿Por qué? Porque ahora sí ha saltado a la luz que necesitamos que eso juegue para que este modelo de crecimiento, que ha dado frutos tremendamente significativos, continúe y se sostenga a lo largo del tiempo. Hemos crecido como lo han hecho pocas naciones del mundo para sorpresa, entre otros, del grupo Repsol, que en su modelo extractivo no tenía en cuenta que en la Argentina se iba a generar un gran mercado interno. Esa ha sido una de las más fuertes peleas que hemos tenido, porque pretendían y pretenden hoy ?al igual que todos los grupos trasnacionales? vender el petróleo y los combustibles a precios mundiales cuando todos nosotros sabemos que si la nafta en la Argentina se guía por el precio mundial, que si el precio del gasoil y del fuel oil se guía por los precios internacionales, eso generará un descalabro macroeconómico mayúsculo en la economía nacional y pondrá en riesgo nuestro modelo de crecimiento. Estamos en presencia de una empresa que ha tenido objetivos divergentes que se pudieron conciliar hasta cierto momento, pero ahora nos encontramos con que es necesario ?porque lo hemos visto y lo vamos a demostrar con los números de la compañía? que los objetivos de YPF estén en línea con los objetivos de la República Argentina y de su modelo de desarrollo y de crecimiento. Esta situación se ha desplegado a lo largo de estos casi nueve años de inusitado crecimiento que ha tenido la economía nacional. Por lo tanto, me voy a referir brevemente a algunas cifras vinculadas con la magnitud del modelo de crecimiento que estamos presenciando.  De lo contrario, no se podrá comprender cuál es la importancia estratégica que tiene la toma del control de YPF por parte del Estado justamente en este momento. Refrescaré números que todos ustedes conocen; algunos de ellos están en el mensaje del Poder Ejecutivo. Quiero dejarlos en claro y contrastarlos con el desempeño de la economía argentina en los 90 para demostrar que estos ciclos de la historia y de la economía hicieron que una empresa que en un determinado momento tuvo un papel pase a tener otro. Distintos sectores ocupaban determinados lugares en el esquema de crecimiento de un país; pero a partir de ciertos cambios cardinales ?como los que ha dado el gobierno de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández de Kirchner? en la orientación macroeconómica y, por lo tanto, en la orientación productiva, se generaron necesidades completamente distintas. Así, en cuanto a diversos sectores que pueden ser estratégicos abstractamente, se vuelve una necesidad imperiosa ponerlos a jugar en la misma dirección que la economía en su conjunto cuando uno está embarcado en el proceso de crecimiento económico más acelerado y continuado que ha atestiguado la historia del país en su conjunto. Simplemente, me referiré a eso contrastando con los 90 para que vean que de esta idea de los recursos hidrocarburíferos como un commodity a exportar ?porque la actividad doméstica no existe o está en vías de desaparición- al papel que ocupan los hidrocarburos dentro de un modelo de crecimiento con inclusión existe una diferencia tota. Entonces, nosotros tenemos que estudiar esto en perspectiva histórica para entender el porqué de tomar ahora esta decisión de manera urgente. El Producto Bruto Interno, tomado a precios constantes, se expandió a un ritmo promedio del 2,2 por ciento entre 1991 y 2002. Entre 2003 y 2011 creció a un 7,7 por ciento el Producto Bruto Interno; dicen en el mundo a “tasas chinas” porque lo son. Y hemos superado esa crisis violenta que se manifestó en 2009 a una velocidad que pocos de nuestros socios regionales ?pero además pocas economías del mundo- han logrado. El 2011 fue un año de fuertes dificultades para las economías vecinas. ¡Ni hablar para las economías centrales, como la propia economía española  o las economías de los países débiles de la Unión Europea! Pero también está el tema de la economía norteamericana, que vio ralentizado su ritmo de crecimiento. Nosotros no sólo nos recuperamos de la crisis de 2009 sino que también hemos crecido a una tasa del 9,7 por ciento: o sea, algo insólito para lo que esperaban no sólo los observadores internacionales ?quienes tuvieron que reconocerlo? sino también la CEPAL, el Fondo Monetario Internacional y esos agoreros de la industria doméstica de la consultoría y de hablar en la prensa, que se dedicaron a decir en 2009 que este país estaba fuera del mundo; que había caído; que la crisis había puesto de manifiesto nuestros problemas internos; y que usábamos como excusa la crisis externa de 2009. Sin embargo, en 2010 y 2011 hemos demostrado una recuperación realmente extraordinaria. ¿Sobre qué base? Sobre la base de un mercado interno que es dinámico, que se ha revitalizado. Ahora tenemos el mismo problema: la economía mundial muestra signos de recesión, de agotamiento. Pero nosotros encontramos no sólo industrias como la automotriz, cuyo principal problema no es el mercado interno, que sigue mostrando récord todos los meses ?enero y febrero?: tenemos también los mercados en los que colocamos nuestros productos ?la exportación?, que sí están entrando en procesos recesivos ?tal como las propias naciones lo han reconocido?, circunstancia que nos genera problemas domésticos. Por ello, el que mira este problema de YPF históricamente se olvida de que ahora estamos en una situación en la que necesitamos poner pilares o columnas que aseguren que nuestro crecimiento no estará amenazador por actitudes de empresas o de grupos extranjeros que tienen lógicas distintas, y que no han confiado ni creído ?por eso la sorpresa? que la Argentina iba a poder mostrar tal robustez en su modelo de crecimiento. Lo han criticado los propios empresarios que manejaban la compañía en foros nacionales e internacionales; pero eso no importa. En sus convicciones internas se lo atribuían al "viento de cola": lo mismo que dicen los consultores; lo mismo que dicen todavía muchos economistas de la oposición. Ellos decían que "esto es viento de cola", que "esto es el rebote" cuando salimos de la crisis generada por el neoliberalismo, y que "se va a acabar prontamente", que "no tiene bases sólidas". Sin embargo, hemos crecido un 7,7 por ciento anual acumulativo desde 2003 a 2011: no hay rebote, no hay casualidad, no hay "viento de cola". Hemos capeado los peores temporales internacionales, pero necesitamos que todos los recursos del país se pongan al servicio de este modelo de crecimiento y, en particular, los recursos estratégicos como el petróleo. De hecho, esto no se logra si no haciendo lo que han hecho los principales países del mundo, en particular los que tienen petróleo a montones; lo que instrumentaron  los países de la región que es controlar no sólo por la vía regulatoria sino también a través de la gestión sus empresas petroleras. Lo ha hecho Brasil. Ayer la presidenta dio una lista, que no es comprensiva de todos los ejemplos, del porcentaje de participación estatal en las empresas hidrocarburíferas. Eso es así porque no se trata sólo de un recurso estratégico. La experiencia internacional dicta que se puede regular a través de diversas herramientas. Ni hablar cuando uno tiene las leyes del neoliberalismo que impiden la regulación porque se basan filosóficamente en la simple idea de que el libre mercado es la panacea y de que no sélo es bueno para las empresas sino también para los países. Pero un porqué fundamental: porque toda esa teoría económica que fundamenta que el libre cambio y el libre mercado, la apertura indiscriminada, el sector financiero actuando sin ninguna traba, los sectores estratégicos actuando sin supervisión del Estado; todos los que impulsan eso, además de tener una teoría equivocada no pueden distinguir los casos particulares de las economías periféricas y de las economías en vías de desarrollo como la nuestra. Lo cierto es que esa teoría económica fue creada desde los grandes centros económicos para fundamentar muchas veces el saqueo de nuestros recursos, el saqueo de nuestras empresas. Entonces, claro: son fundamentalistas de libre mercado. Nosotros tenemos nuestras recetas. No estamos para darle cátedra a nadie porque no queremos exportar el modelo argentino: queremos que nos dejen tranquilos para seguir creciendo de esta manera y simplemente -como lo ha hecho con tremenda valentía este gobierno- no someternos a la supervisión del Fondo Monetario Internacional, que hoy está despistado y no sabe qué hacer con las economías centrales que se encuentran en recesión. No queremos someternos tampoco a las opiniones de estos grandes expertos. De hecho, hoy podemos ver con sorpresa y alguna alegría que en los propios centros internacionales muchos economistas están empezando a desconfiar de ese libro de texto, de ese recetario que tenían incorporado, y que se ha incorporado como Biblia en la enseñanza de la economía pero que ha fracasado. Sigo hablando porque no es sólo el crecimiento el problema: es la orientación y la composición de ese crecimiento lo que ha logrado cambiar la política económica desenvuelta por el gobierno de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández de Kirchner. No es sólo esta tasa de crecimiento sino que, comparado con los 90, se ha cambiado la orientación del crecimiento; y es ahí de nuevo donde el sector productor de hidrocarburos se vuelve fundamental. ¿Por qué? Voy a dar sólo algunos números. De 1994 a 2002 los sectores productores de bienes –estoy comparando la producción de bienes contra la producción de servicios– “crecieron” -en el término económico que usamos nosotros- a un ritmo promedio de menos 0,6 anual. Mientras tanto, los servicios se expandieron al 0,9 por ciento anual acumulativo. De 2003 a 2011, los sectores productores de bienes se expandieron a un ritmo promedio del 7,7 por ciento anual. Mientras, los productores de servicios también crecieron pero menos: al 7,1 por ciento anual. Esto muestra que creció la economía. Ahora bien: en los 90 decrecía la producción de bienes a expensas de los servicios. Todavía escucho las voces de muchos que sostenían determinados argumentos para modernizar la economía. Decían que la producción y la industria habían desaparecido; que una economía moderna se dedicaba a los servicios y que, si queríamos seguir los mejores ejemplos internacionales, teníamos que olvidarnos de los obreros, de la producción y de los sindicatos porque eso se había acabado. Sostenían que una economía moderna se dedica a vender servicios al mundo; a vender exclusivamente a industrias de esas que se llaman “sin chimeneas”. Eso decían entre toda esa perorata que nos querían meter para que nosotros termináramos la labor de la dictadura militar y su profundización en la década del 90, cuyo objetivo final básicamente significó la desindustrialización de la economía argentina. ¿Qué ocurrió? Les explotó la bomba en la cara un poco antes porque afortunadamente hemos llevado el barco en otra dirección y ahora podemos ver –doy otro ejemplo- que la producción industrial de 2003 a 2011 se expandió al 9,5 por ciento anual acumulativo por arriba del crecimiento de la producción en su conjunto, mientras que de 1991 a 2002 apenas lo hizo al 0,5 por ciento anual acumulativo. Así que éste es un modelo, como dijo la presidenta, de reindustrialización enfocada en buena medida a la exportación pero, sobre todo, a revitalizar el sector del mercado interno. Esto demuestra que salarios altos no significan exclusivamente costos industriales, costos empresariales -como pregona la derecha- sino también poder de compra, mercado interno, bienestar para nuestra población. Y ahí está el papel que ocupan los hidrocarburos. Si uno tiene una economía que quiere orientar hacia los servicios, pues bien: vendamos el petróleo a otros que producen. Si estamos industrializando a tasas inéditas en la historia la economía nacional el lugar que ocupa la energía o el petróleo es completamente distinto. Llevamos todos estos años trabajando para acondicionar estas empresas y ahora encontramos que es oportuno demostrar que esa situación llegó a un límite que nos lleva a avanzar un paso más: simplemente un paso más. Porque cuando dicen que no hemos regulado YPF pregúntenle a YPF, que se viene quejando todos estos años de todo lo que el Ministerio de Planificación le pedía para que apoyara y acompañara nuestro modelo. Pregunten a YPF todos los vericuetos que encontró en esa regulación -que todavía es herencia, en buena medida, de la de los 90- para escaparse y llevar a la compañía a una situación que podemos mostrar que claramente no está en línea con esto que estoy diciendo: no es una empresa que haya apostado al crecimiento del país y, menos todavía, al crecimiento del país que implica volver a poner de pie a la industria argentina en base a la producción nacional. Tengo números a montones. Quiero mencionar algunos más. El PBI industrial per cápita se ubicó un 92,5 por ciento por encima del alcanzado en 2002 y en un 35,9 por ciento por encima del máximo alcanzado durante la convertibilidad en 2007. Estas son las últimas cifras que tenemos. Quiere decir que hemos dado vuelta la estructura productiva argentina; pero, por supuesto, lleva tiempo. Al proyecto desindustrializador le llevó treinta años destruir la industria. Créanme: lo hemos visto en Aerolínea. Destruir una compañía, destruir un país, es un proceso mucho más rápido que volver a construirlo. Pero estamos en esa dirección. Ese proceso va a llevar a muchos cambios estructurales y va a llevar a tomar muchas decisiones de fondo, como la que hoy está tomando valientemente la Presidenta y como la que hoy tiene por delante el Congreso de la Nación. Se tiene que entender que no se trata de que YPF sea una empresa simplemente: YPF es una empresa que tiene que alinearse a un modelo de crecimiento, pero no hemos conseguido que lo haga. Ahora vamos a mostrar lo que ha hecho YPF; y lo ha hecho no en total libertad. Porque si los hubiéramos dejado hacer lo que por ahí decían algunos especialistas “lo que hace una empresa privada” -maximizar su ganancia-, obviamente esta empresa hubiera vendido el combustible a un precio equivalente del petróleo de 105 dólares el barril. Todos los combustibles son equiparables a este precio del petróleo. De hecho, nosotros hemos tenido políticas que sabiamente han conseguido desvincular el precio interno del precio internacional. Para una empresa privada transnacional esto era una aberración porque obviamente podían conseguir más ganancias si les liberábamos el precio de los combustibles completamente. Esto lo hemos hecho con escasos instrumentos. Pero el instrumento que la sabiduría internacional encuentra como fundamental para controlar la combinación en la producción, cómo se ubica la empresa en el downstream y en el upstream, cuál es su cóctel de combustibles -el que saca de la refinería, cuánto ponen los pozos, cuánto la refinería-; la única forma es que el Estado recobre el control de la empresa. No es que todos los países del mundo están equivocados. Algunos países son tan grandes que muchas veces el sector privado actúa libremente y puede ser que eso funcione suponiendo que hay países como Estados Unidos –una quimera– que no regula sus sectores estratégicos. ¿Por qué? Porque muchas veces es el principal clientes de esos sectores estratégicos el que subvenciona sus inversiones y, entonces, los maneja de esta manera. Volvamos a la industria aeronáutica. ¿Quién va a creer que la Boeing es una industria que no está tremendamente vinculada, aunque aparezca como una empresa privada, con el gobierno norteamericano? Y el gobierno norteamericano tiene montones de instrumentos para dirigir la política de la Boeing. Porque ahí la situación de la producción industrial, el imbricamiento de esas empresas o de sus propias empresas petroleras con el propio gobierno, tiene infinitos hilos. Aquí se trata de revertir una situación donde estas empresas actuaban con una lógica completamente asociada a los intereses y a las necesidades de un grupo que piensa sus políticas nacionales como un elemento más de su política internacional. En esas condiciones es difícil pensar que juegue a tono y en sintonía con las necesidades productivas de un país; más cuando los empresarios que la dirigen no creen en lo que ha ocurrido en la Argentina y todos los días están esperando el colapso. Muchas veces basta ver cuáles son muchos de los consultores que los asesoraban: aquellos que han pregonado que íbamos diez, mil, cien mil veces a la hiperinflación, a la quiebra. Lo dijeron cuando pasó lo de las AFJP; lo dijeron respecto de cada una de las medidas que se ha tomado para reencauzar la economía argentina definitiva y, estructuralmente en una senda de reindustrialización y crecimiento con inclusión social. En esas instancias siempre han puesto el grito en el cielo diciendo que esto se iba a caer a los dos días. Cuando se tomaron las decisiones con respecto a la Carta Orgánica del Banco Central dijeron que íbamos a caer en estos días en una hiperinflación galopante; que los mercados no iban a confiar más; que el sector financiero se iba a ir en desbandada porque los iban a controlar de otra manera. ¡No pierden ocasión! Y estos son,  muchas veces, los consultores: los oráculos de los empresarios; más cuando se trata de empresarios extranjeros, que ¡qué van a saber de los que estamos haciendo acá!; ¡qué van a creer! Lo cierto es que estamos convencidos de lo que estamos haciendo, que lo estamos llevando por una senda responsable y que ha dado frutos completamente distintos a lo que está sucediendo con situaciones de países europeos como la propia España. Nosotros ya hemos probado el gusto amargo del ajuste y ya sabemos que cuando hay una profunda crisis lo peor que se puede hacer es pensar que el Estado es malo, que el Estado es el problema. El Estado es la solución y lo hemos visto en la Argentina. Entonces, ya con los problemas que hay de demanda –y no estoy dándoles consejos a España– simplemente digo que cuando hay recesión y crisis económica el Estado se vuelve un actor clave para revitalizar la demanda y la producción. El ajuste del poder adquisitivo de los jubilados y de los salarios lo hemos vivido nosotros. Por eso, el doctor Néstor Kirchner puso un salario mínimo: pensando que la demanda interna era un factor para revitalizar la producción argentina. ¿Cómo vamos a retirar el Estado? ¿Cómo lo vamos a retirar de funciones vitales? Hay “recetas” y “recetas” para pensar en el país y en las empresas. Estos empresarios como Brufau, ¿qué van a entender lo que estamos haciendo? Ellos están pensando en la expansión trasnacional de un grupo, cosa que han hecho en buena medida a expensas de los dividendos girados por nuestra compañía petrolera. Lo mismo hicieron empresarios como González  Pascual, como Díaz Ferrán, como el propio Mata con Aerolíneas Argentinas. Ellos hicieron crecer a Iberia al principio, cuando era Iberia. Pero ese títere que era Marsans, no bien perdió la posibilidad de seguir bebiendo de la sangre de Aerolíneas Argentinas, se desbarató como un castillo de naipes. Tampoco estoy vaticinando qué va a ocurrir con el grupo Repsol, pero lo decían los propios diarios españoles y lo leyó la propia presidenta: Repsol, antes de apropiarse de YPF, era  una empresa muy pequeña que prácticamente no tenía producción de hidrocarburos, y ahora se ha convertido en lo que es. No se trata de un problema de hacer una revisión histórica de lo que ha ocurrido; pero que no nos vengan a decir que les estamos sacando algo que era suyo y que no han exprimido hasta la última gota. Ahora lo vamos a ver. Quiero hablar brevemente de la inversión. Este es un punto fundamental porque de nuevo vuelven a agitar el fantasma de la seguridad jurídica, de la libre empresa y del clima de negocios. En el tercer trimestre de 2011, con la inversión bruta interna fija en la Argentina, hemos alcanzado un porcentaje realmente espectacular. Prácticamente un cuarto del producto bruto interno es inversión en la Argentina: el 24,4 por ciento del producto, una cifra extraordinaria. En 2002 este mismo número era 11,9 por ciento. Pero déjenme tomar toda la convertibilidad sin tener en cuenta 2002. De 1993 a 2001 la inversión era de 18,2 por ciento y créanme que cada punto de la inversión es un elefante que hay que mover empujándolo, porque la inversión es un elemento que depende fundamentalmente de las decisiones privadas. Y ¿qué han hecho en términos de inversión los privados? Apostar al país porque han tenido beneficios extraordinariamente grandes. ¡Qué seguridad jurídica; qué clima de negocio más que un gobierno comprometido con sostener el crecimiento, con sostener la demanda interna; con sostener nuestras extraordinarias exportaciones hacia el resto del mundo, porque éste ha sido un modelo que ha permitido romper ese mito de que si se crece para dentro no se crece para afuera!    Año tras años hemos batido récords históricos de exportaciones no sólo de aquello que cuenta con extraordinarias condiciones climáticas y agroambientales -como es el caso de la producción sojera- sino de nuestras producciones industriales, que están batiendo récords de exportación y de composición todos los años. Así que eso ha roto esa disyuntiva ridícula de que se crece sólo para adentro o se crece sólo para afuera. Ha roto con esa fábula de que estamos desconectados del mundo. Cuando nuestras importaciones crecen tan fuertemente, como lo han hecho el año pasado, es porque nuestra economía sigue creciendo mientras las demás se enfrían. Entonces, nosotros tenemos poder de compra para tomar esas importaciones del mundo. Ahora bien: tenemos que cuidarnos de esos saldos exportables que no se pueden colocar. Eso pasa con el acero mundial. Pregúntenle a la gente de una de las empresas privadas más grande de la Argentina -como es el caso de Siderar cuál es su miedo. Su miedo es el dumping que nos van a hacer India, China o la propia Europa: la Europa del Este; las seis repúblicas socialistas soviéticas. ¿Por qué? Porque una vez que su industria deja de producir no tienen mejor idea que colocar sus planchones de acero en las economías que siguen creciendo fuertemente, que tienen necesidades como la nuestra. Ante una situación de este tipo, ¿qué vamos a hacer nosotros? Apostar por la industria nacional. Ver cómo podemos hacer, como lo hemos hecho, sin corrernos ni un milímetro de la letra de la OMC para, a pesar de eso, dar todas las garantías a la producción nacional de que el abastecimiento del mercado interno tiene como actor prioritario a los sectores industriales y productivos de la Argentina. No les quepa duda de que no vamos a dejar que los problemas externos nos los exporten a la Argentina y hagan tambalear lo que tanto nos costó reproducir, que es un robusto y eficaz mercado interno, y una capacidad exportadora que hasta hace unos pocos años era un sueño. Porque en 2001, 2002 se estaba hablando de otra cosa y nadie creía que esto iba a ocurrir y está ocurriendo, señores: hemos crecido el 7,7 por ciento anual acumulativo. De hecho, tenemos necesidades nuevas a cada paso y las vamos a desarrollar con todos los que se asocien y entiendan lo que está ocurriendo en la Argentina con los planes de nuestro gobierno que son públicos y claros. En cuanto a la orientación que estamos dando a la economía todos los funcionarios y la propia presidenta de la Nación, es algo que la doctora Kirchner no para de explicar muchas veces a esos economistas obtusos que todavía piensan que todavía las mejores recetas son la liberalización completa de todos los rubros de la economía: la apertura indiscriminada al mercado mundial, sin tener en cuenta estos factores que son los factores centrales para garantizar la continuidad de este proceso del crecimiento.                          Hablaba de las exportaciones. Vamos a las reservas un poquito; vamos a hablar dos minutos de las reservas porque este punto es central. A diciembre de 2011 las reservas de nuestro Banco Central acumulaban 46.062 millones de dólares. Después de haber saldado nuestros compromisos con el Fondo Monetario Internacional -10 mil millones de dólares-; después de haber empleado fondos para satisfacer algunas necesidades externas, como el caso del FONDEA; después de todo eso, nuestras reservas internacionales contaban 46 mil millones de dólares. No eran -es cierto- los 50 mil millones de dólares que había en algún momento, pero hemos hecho todo eso. Hemos capeado una corrida, prácticamente: ésta que ocurrió en noviembre. De nuevo los mercados financieros tratando de condicionar las políticas económicas y, sobre ellas, los papagayos que repiten estas ideas de que “¿Ven? ¿Cómo vas a resistir una corrida bancaria? ¡Hay que devaluar la moneda inmediatamente!” Recuerdo que los grandes bancos pulseaban con nuestras autoridades para hacer una corrida especulativa valiéndose todavía de las ventanillas que han quedado abiertas y que todavía no hemos cerrado. El sector financiero conoce -¡y vaya que conoce!- cómo meterse por todas las grietas. Uno les dice: “Bueno: las inversiones en bonos tienen que estar fijas por ‘tanto’ tiempo” para que no especulen. Para que no aparezcan de nuevo esos capitales golondrinas que viendo que nuestro crecimiento, viendo que nuestra tasa de interés asociada a nuestras tasas de ganancia es tan elevada, van a venir a especular. Pero no necesitan sólo buenos rendimientos: necesitan válvula de escape para irse cuando encuentren mejores rendimientos o cuando tengan necesidades. Estábamos pulseando y ahí empezaron a decir que no quedaba otra salida; qué cómo el gobierno se le iba a parar a los grandes poderes financieros internacionales; que no hay espalda en el gobierno. Y lo hemos mostrado porque han perdido. ¡Miren cómo compraban futuros para esta época! Futuros, que salen plata, para asegurarse un dólar a ocho pesos. No sólo le creyeron a los consultores que todo el tiempo están esperando que haya una megadevaluación, que quiebre el Estado: lo están esperando; son sus deseos. Son los deseos del señor Magneto, que ni bien escucha a cualquier perejil decir esto lo pone en la tapa de su diario. ¿Y qué hemos conseguido? Ahí ven: estabilidad en el mercado cambiario, mucha más de la que tienen vecinos nuestros. En la región todavía, señores, se habla de metas de inflación como la política económica que tiene que tener un gobierno: ¡de metas de inflación! Metas de inflación: ¿que quiere decir? Que el gobierno, a lo único que se tiene que dedicar a través de su Banco Central, es a regular el crédito para que no haya inflación. Quiere decir que tiene que incentivar una tasa elevada de interés para perseguir niveles de precios que, además, son índices de precios que vaya a saber qué son, porque son los precios que les interesa son los precios que les interesa al sector financiero en sus colocaciones. Entonces, el crédito en la Argentina tiene que depender según lo que indican los libros de texto de los noventa. Siguen predicando en esta dirección. Lo cierto es que esos mismos señores vienen a dar cátedra de política monetaria, de política fiscal y de independencia; pero no hablan de independencia del Banco Central. ¡Entiéndanlo! Hablan de independencia total: libertad, libertinaje del sector financiero con un Banco Central que los represente. Eso quieren. Quieren que el Banco Central ni mire la economía: que mire simplemente los intereses y necesidades. Esa es la famosa independencia pregonada del Banco Central. No es letra chica: es letra gruesa. Nuestras reservas, volviendo al punto, ascendían en diciembre -después de todo eso; después de ese intento de corrida frustrada- a 46 mil millones de dólares. ¿Qué van a decir? ¿Que el nivel óptimo de la reserva tiene que ser 70 mil millones de dólares? ¿Qué van a aplicar, la fórmula del señor Redrado para ver cuántas reservas necesitamos? Tenemos reservas récord. Hemos tenido y hemos mantenido reservas récord. ¿Y por qué reservas récord? Porque hemos tenido superávit externo durante todos estos años. Un superávit externo que, más allá del número del superávit  –exportaciones menos importaciones-, hay que ver los dos números por separado: exportaciones récord, importaciones récord. ¿Qué está ocurriendo? Crecimiento récord. Recordemos los llamados “pigs”. “Pigs” –cerdos- es el nombre con el que  bautizó el establishment económico a algunas economías europeas como Portugal, Italia, Grecia y España: “Pigs”. Hay papers de grandes economistas llamándolos cerdos. Le pido a España que recupere la dignidad en este sentido: que mire lo que le están recomendando la derecha y los guitarristas del libre mercado. Después de haber cumplido con todas esas recetas tienen grandes problemas económicos, pero el gran problema económicos no es ese default de la deuda externa en el que iba a caer Grecia exclusivamente: los problemas económicos que mira este gobierno y que no están en los libros de texto son el desempleo, el nivel salarial, el nivel de las jubilaciones, el bienestar de la gente. Esos son los problemas: los grandes y gravísimos problemas económicos, no lo que hace el Estado argentino con una empresa argentina; más allá de que el grupo controlante haya sido, hasta hace pocos días, español o en parte español, si uno mira la composición accionaria de Repsol. Problemas son los trabajadores españoles y las condiciones de vida de los españoles. Repsol es una compañía que ha buscado maximizar su beneficio. Eso es algo legal; pero en esa búsqueda de maximización de beneficios –más, cuando el grupo completo está en dificultades, mientras la Argentina sigue creciendo y generando utilidades- los intereses del grupo pueden eventualmente chocar con los intereses de nuestro modelo de crecimiento económico con inclusión social. Pueden chocar. Yo me atrevo a decir: es casi claro que en algún momento van a colisionar y se va a hacer claro que resulta muy difícil seguir conviviendo. Junto con el superávit externo hemos mantenido durante todos estos años -y fíjense- el superávit fiscal. Mientras, todavía andan por ahí hablando del gasto electoral. Los que hablan del gasto electoral son los mismos que presentaban esos proyectos hablando del gasto de la política diciendo que el gasto de la política era el sueldo de los señores senadores y de los señores diputados: una institución. Entonces, lo mismo que los trabajadores, son un costo para la empresa. Ahora resulta que la retribución de diputados y senadores es el “costo de la política” para la República. Resulta que las instituciones tienen que andar gratuitamente: las instituciones que nos dan las leyes. Esos mismos eran los que pregonaban el ajuste permanente. Un ajuste permanente, señores, que no los llevó a ningún lado porque los gobiernos neoliberales tuvieron déficit fiscal permanente: ¡miren qué paradoja! El superávit externo y el superávit fiscal los logró este gobierno. Porque ¿cuál era la clave del superávit externo y del superávit fiscal? El modelo de crecimiento con inclusión social: si no, es imposible. Si no hay producción doméstica y uno la está liquidando, ¿de qué superávit fiscal van a hablar? ¿Qué impuestos van a recaudar si están destruyendo su industria, si están destruyendo el consumo, si están destruyendo los salarios? Entonces era contradictorio. ¿En qué se basaba esa premisa del superávit, del “déficit cero”? ¿Lo recuerdan? Ese ajuste permanente; y no sólo el gobierno de Carlos Menem. El gobierno del doctor de la Rúa, a veces con los mismos actores, vino a decir que la única política posible era el ajuste permanente. “Ajustarse el cinturón”, y de ahí todas esas frases nefastas, macabras: “hay que pasar el invierno”. ¿A qué llevó eso? A comprimir más el papel del Estado; a comprimir hasta donde se podía los salarios de los trabajadores y los beneficios sociales. ¿Eso en qué redunda? No en superávit: en más déficit. Es una espiral descendente; y esa espiral descendente no necesita, por supuesto, que YPF tenga ningún papel. ¡Que haga lo que quiera YPF!
ir al comentario
Mandrake 01/10/11 12:59
Ha respondido al tema Ya es hora de que la gente empiece a perder el dinero
Hola, me parece que séría importante también no perder el foco sobre los responsables de fiscalizar a estos ladrones de guante blanco. Como ejemplo me remito a una carta fechada el 26 de junio del 2006, donde inspectores del Banco de España ya le avisaban del riesgo latente en el sistema financiero a su gobernador Jaime Caruana. El enlace al texto completo es: http://docs.google.com/viewer?a=v&q=cache:6C2Mqav4x3MJ:www.fluzo.org/media/resources/1295/files/inspectores_banco_espana_caruana.pdf+se%C3%B1or+vicepresidente+segundo+del+gobierno+y+ministro+de+economia+y+hacienda&hl=es&gl=es&pid=bl&srcid=ADGEESjkRXrw_kSRhLvKQeCrkc15X3VUNwDYuBwCGOcwZf5Zs7MTzjlIDNG4Sy7Dy1o-aLJNKih8LouarfvU1WXbeNrD4ViMOfp2mhlmxI9PaJEVrzqyAzPvAv6dQIGi_v3CAJ7HRd5K&sig=AHIEtbRL4YPCkAJjK6iBqj0gKd1yQOFE4A
Ir a respuesta
Mandrake 29/08/11 06:11
Ha comentado en el artículo La entrega total del estado: "Prioridad absoluta" para la banca en la constitución española
Buenos días, me parecé también interesante este otro artículo del profesor Juan Torres Lopez sobre la reforma en la constitución. ¿Es deseable la estabilidad presupuestaria? Publicado el 26 de agosto de 2011 El acuerdo entre el PSOE y el PP para incorporar a la Constitución española un precepto que impida que los gobiernos incurran en déficit no es fruto de la casualidad. Responde a la ideología neoliberal dominante en los últimos años que ha tratado de justificar el principio de estabilidad presupuestaria para poder tapar las vergüenzas de unas políticas neoliberales que son incapaces de generar suficiente actividad económica y empleo y la necesaria estabilidad de las economía a medio y largo plazo. En este texto voy a presentar las razones que se dan a favor de la estabilidad, mostraré sus inconsistencias y señalaré por q[i]ué se defiende a pesar de su falta de fundamento científico. Los argumentos a favor de la estabilidad presupuestaria El principio básico que domina el diseño y la aplicación de la política económica desde que se impusieron las ideas neoliberales es que los gobiernos democráticos y los bancos centrales con preferencias representativas (es decir, sujetos a la voluntad popular) tienden a generar ineficiencia y altas tasas de inflación y, por tanto, que la política fiscal (que depende directamente de la voluntad de los gobiernos y parlamentos) debe tener cada vez un papel más reducido. Los denominados “nuevos economistas clásicos” pusieron en cuestión incluso el efecto expansivo de la política fiscal a corto plazo que tenía que ver con el llamado “efecto multiplicador”, que hace que un aumento inicial de gasto público se traduzca en un aumento final mucho mayor de la renta nacional. En su opinión, los agentes anticipan racionalmente los fenómenos económicos gracias a que disponen de información perfecta y gratuita sobre todo lo que ocurre en el sistema económico. Gracias a ello, dicen estos economistas, los sujetos saben perfectamente los efectos de las intervenciones del gobierno y se adelantan a sus efectos.         Por tanto, como sostiene Robert Barro, cualquier déficit presupuestario ni siquiera tendría efecto alguno sobre el sistema económico porque los sujetos “sabrán” que en el futuro se establecerían impuestos para financiarlo y, llevados por su conducta racional, ahorrarían desde el principio el incremento de renta que pudiera haber producido el impulso fiscal para pagarlo en su momento. Entonces, si ni siquiera los déficit presupuestarios, que son las actuaciones fiscales con mayor capacidad para impulsar la actividad, tienen efectos reales sobre el consumo y no generan el efecto multiplicador de la renta, lo que se deduce es que no hay razón alguna para utilizar esta forma de intervención. En opinión de estos economistas neoliberales, hay que prescindir, pues, de un tipo de política económica, la fiscal, que, además, es muy costosa en su opinión debido al aparato administrativo que requiere, que necesita impuestos que consideran muy negativos y que causa los disturbios que cualquier intervención exógena provoca en los mercados. El complemento indispensable a este planteamiento fue el de Robert Lucas al afirmar que, a diferencia de lo que ocurría con la política fiscal, la política monetaria podría tener efectos sustantivos sobre la actividad y, más concretamente, cuando se basara en reglas simples y de neutralidad, pues sólo entonces sería consistente con ellas el comportamiento de los agentes. Los monetaristas que defienden esta idea añadirían, para criticar a la política fiscal, que una expansión presupuestaria aumentaría la demanda de dinero para transacciones (la que utilizamos para comprar bienes y servicios), lo que provocaría un aumento del tipo de interés que anularía el efecto expansivo del déficit presupuestario, ya que haría disminuir la inversión. Un argumento que niegan los economistas keynesianos porque entienden que puede darse un incremento sensible en la demanda de dinero sin necesidad de cambios bruscos en los tipos de interés, lo que evitaría el posterior efecto negativo sobre la inversión. Y que, en todo caso, podría actuarse a través de la política monetaria, expandiendo el crédito, para contener los tipos de interés. Finalmente, la argumentación neoliberal contra la política fiscal discrecional se cerraría afirmando que el incremento de renta que ocasiona una expansión fiscal aumenta las importaciones y, por tanto, empeora el saldo corriente. En condiciones de libertad de movimientos de capital (otra situación que se da como inamovible) se hace entonces necesario atraer capital y para ello hay que aumentar los tipos de interés, lo que provocará la apreciación de la moneda nacional, la pérdida de competitividad y, finalmente, la caída en la renta. Se anularía así el inicial efecto expansivo de la política presupuestaria. Estas consideraciones y otros desarrollos teóricos de los que no voy a ocuparme ahora terminaron por constituir una suma de proposiciones teóricas sobre las que se basó el nuevo pensamiento dominante en economía y cuyas principales hipótesis y conclusiones, en relación con la política presupuestaria, pueden resumirse en las siguientes. 1. Los déficit presupuestarios generan inflación y provocan la disminución de la inversión, lo que implica que deben reducirse al máximo o hacerse desaparecer. De ahí la política comúnmente denominada de déficit cero y la continua llamada a disminuir el montante de los gastos públicos y, en particular, los que se consideran de naturaleza improductiva o vinculados a tareas sociales que se entiende que no deben formar parte de los compromisos estatales. 2. Hay que mantener una política monetaria restrictiva y para ello también hay que evitar los déficit públicos puesto que estos ejercen siempre una presión indeseable sobre la oferta monetaria. 3. Hay que evitar al máximo los impuestos, procurando disponer de sistemas impositivos neutros, es decir, que no pongan en peligro la asignación de mercado al generar desincentivos o costes innecesarios a los propietarios del capital. 4. Debe avanzarse lo más posible en el objetivo de la privatización de los recursos y empresas públicas en la medida en que se entiende que el sector privado es estable per se y de esa manera se traslada estabilidad a todo el sistema económico. 5. La regulación, restrictiva, de la oferta monetaria debe confiarse a los bancos centrales como autoridades independientes, pues esa es la única manera de lograr neutralidad en las reglas y confianza y de evitar el despilfarro de los gobiernos. 3. Los pactos de estabilidad presupuestaria en Europa. La estabilidad presupuestaria en Europa se instaura inicialmente como un criterio de convergencia en el Tratado de Maastricht, como un principio que debería entenderse como instrumento para lograr la convergencia entre las economía que se consideró necesario para crear las condiciones adecuadas para la instauración de la moneda única. Sin embargo, el Tratado de Amsterdam (1997) lo asumió como un objetivo de comportamiento permanente que deberían respetar todos los estados en virtud, precisamente, del pacto para la estabilidad y el crecimiento que formalmente implicó ese Tratado. Los gobiernos quedaban obligados a elaborar programas de estabilidad presupuestaria y convergencia en los que se fijarían los objetivos y los instrumentos para lograrlos. Al mismo tiempo, el nuevo Tratado redefinía el procedimiento ya establecido en Maastricht para actuar e incluso sancionar por déficit excesivo cuando algún país no respetase las reglas establecidas, bien porque superasen el techo del 3% del PIB en déficit anual o porque no actuaran adecuadamente para mantener el volumen de deuda pública por debajo del 60% del PIB o no hicieran lo suficiente para disminuirla si ya estaba por encima de este nivel. Las razones que se han argumentado para el mantenimiento del principio estabilidad son básicamente dos. En primer lugar, que la unión monetaria requiere inexcusablemente disciplina presupuestaria de los países integrantes a fin de que ninguno de ellos genere efectos negativos sobre los demás, principalmente provocando subidas en los tipos de interés o tensiones inflacionistas, como he señalado antes. Se supone que, en ausencia de otras medidas de estabilización que en la unión monetaria ya no están disponibles, si un país incurre en déficits excesivos trasladará la presión sobre los tipos de interés y sobre los precios a toda la zona, debilitando a la larga el crecimiento de todos. En segundo lugar, se entiende que obligando a los gobiernos a obedecer reglas estrictas de estabilidad presupuestaria se logra un efecto de credibilidad que a la larga incluso las haría innecesarias y que reforzaría el crecimiento a largo plazo. Principales efectos sobre el crecimiento y el bienestar de la estabilidad presupuestaria A continuación resumo los principales defectos del argumentario neoliberal sobre la estabilidad presupuestario y los principales efectos que tiene su aplicación en las economías de nuestro tiempo. Rigidez El primer efecto negativo de los pactos de estabilidad tal y como se imponen en Europa es que establecen el principio de estabilidad como un criterio limitativo que deben cumplir por igual todos los estados. Esto implica una gran rigidez porque es evidente que no todos los países se encuentran en iguales condiciones, sobre todo, en las que tienen que ver más directamente con el bienestar social, como pueden ser las expresivas de la inversión social realizada o de las infraestructuras de todo tipo. Ni siquiera se toman en consideración variables que son elementalmente determinantes de la relación entre el gasto público y el crecimiento y el bienestar como la población, su estructura de edad, los niveles de empleo y desempleo, la población inactiva, etc. De esta forma, la rigidez del principio de estabilidad se convierte en un instrumento que incapacita a los gobiernos y al conjunto de la unión europea para avanzar en un tipo de convergencia que no sea más que la que se expresa en los términos puramente nominales de la balanza fiscal. Su simplismo es quizá la mejor expresión de que simplemente se trata de un postulado puramente ideológico sin fundamento científico riguroso. Inadecuado cómputo de los retornos e ingresos que genera el gasto El segundo efecto perturbador es que al fijar plazos anuales para cumplir el pacto de estabilidad se deja fuera cualquier tipo de consideración acerca de los efectos intertemporales de la inversión y el gasto público. Es obvio que el gasto público (como le ocurre a la inversión privada) generalmente muestra sus resultados e incluso genera ingresos en periodos superiores al año. En esos casos, si el gasto público se computara a más largo plazo, presentarían un saldo neto lógicamente diferente y menos deficitario. El problema es que esta dimensión intertemporal del gasto público afecta fundamentalmente a la inversión social que no suele generar retornos inmediatos sino a lo largo del tiempo y, muchas veces, a muy largo plazo. Lo que se dificulta entonces con la estabilidad presupuestaria es que los gobiernos lleven a cabo este tipo de inversiones, lo que obviamente debilita las estructuras del bienestar de una manera especial y no sólo el alcance potencial del crecimiento. Freno para reformas estructurales Un tercer efecto negativo de los pactos de estabilidad europeos es paradójico: son tan inadecuados que incluso pueden impedir que se lleven a cabo las políticas que propugnan quienes los defienden. Me refiero a que la estabilidad presupuestaria puede implicar serias restricciones a la posibilidad de que los gobiernos afronten reformas estructurales profundas (incluso como las que propone los enfoques más ortodoxos) pues estas suelen requerir normalmente inversiones extraordinarias o iniciales importantes, como ocurre, por ejemplo, en el caso de las reformas liberales de los sistemas de pensiones. Por otro lado, el principio de estabilidad tan rígidamente aplicado impide considerar algo igualmente elemental: el gasto público se computa como la partida negativa del saldo presupuestario pero a la hora de contabilizar este último se debería tener en cuenta que una gran parte de los ingresos correlativos que genera no van a parar al estado sino a las empresas o familias. Dudoso efecto sobre el crecimiento Un efecto más controvertido es si la estabilidad presupuestaria contribuye positivamente al crecimiento de la actividad o si, por el contrario, la limita y frena la creación de empleo. El escaso tiempo transcurrido hace que las evidencias empíricas sean todavía discutibles y que no puedan considerarse definitivas. La tesis más conservadoras se fundamentan en el modelo de Barro que establecía que entre el crecimiento y el gasto hay una relación en forma de "U" invertida, de manera que, a partir de un determinado momento, más gasto público no estimula sino que disminuye el crecimiento. La razón que tradicionalmente se ha dado para justificar esta idea es que el gasto público termina financiándose por impuestos y que si estos aumentan considerablemente se frena la actividad económica además de provocar más ineficiencias y despilfarro. Naturalmente, el problema al que se enfrentan estas tesis es determinar en qué punto se produce la inflexión de la "U" de Barro en cada país, lo que no se ha podido descubrir, ni seguramente sea posible hacerlo. Algunos autores han tratado de señalar indicios de que la estabilidad no haya sido retardataria del crecimiento, pero se trata de análisis que no pueden considerarse definitivos ni completamente aceptados, bien porque se puede mostrar que otros criterios son más positivos desde este punto de vista bien porque su evaluación global como "norma social" es francamente negativa como han señalado Jean Paul Fitoussi y Franceso Saraceno. En cualquier caso, ni siquiera si se pudiera establecer que la estabilidad incentiva y favorece el crecimiento económico medido a través del PIB no estaríamos ni mucho menos ante una prueba definitiva de la bondad de la estabilidad presupuestaria porque es evidente que el crecimiento por sí mismo ni garantiza la creación de empleo, y mucho menos el de calidad, ni eso equivale a que haya más ingresos para todos los sujetos económicos ni, por supuesto, más bienestar. Por el contrario, más bien cabría considerar que un tipo de crecimiento impulsado sin suficientes inversiones sociales (o con un nivel de estas por debajo del potencial o necesario en un momento dado) sería un modelo de acumulación bastante insatisfactorio desde el punto de vista de las necesidades colectivas y del bienestar. Como dice acertadamente Fitoussi (1996) el crecimiento económico es una cuestión filosófica antes que económica. Fomento de los comportamientos procíclicos que provocan crisis Otra característica relevante del principio de estabilidad es que implica comportamientos procíclicos de las finanzas públicas, es decir, que en lugar de corregir sus malos momentos los agrava. Incluso aunque el pacto se pudiera interpretar con algo más de flexibilidad, implicaría siempre una constricción constante de la capacidad de maniobra de los gobiernos. Este es un efecto buscado, que se asume como deseado por los neoliberales porque, como señalé, parten del prejuicio ideológico de que cualquier intervención pública es indeseada. Sin embargo, la historia económica ha demostrado y está demostrando en estos tres últimos años, que el mantenimiento de los criterios de estabilidad suponen un corsé muy negativo en momentos en que las economías sufren etapas de recesión. Y que en las etapas de bonanza este comportamiento procíclico también hace que los gobiernos no actúen adecuadamente aumentando su propio rendimiento fiscal en las etapas de bonanza económica. Ni en fase de recesión ni de expansión es buena por principio la estabilidad presupuestaria. Dificultad para la convergencia social Por otro lado, la aplicación del principio de estabilidad en un marco como el de la Unión Europea da lugar a que los países que parten de una situación más atrasada o débil en el proceso de convergencia, como España, hayan tenido dificultades adicionales para alcanzarla en los aspectos más relevantes del bienestar social: empleo, protección social o infraestruturas y bienes públicos en general. Es una evidencia, por ejemplo, que el gasto social en España ha ido disminuyendo en relación con el PIB de forma paralela a la búsqueda de la estabilidad presupuestaria, originando así pérdidas netas de bienestar claramente perceptibles como ha demostrado entre otros Vicenç Navarro. La naturaleza procíclica de los pactos de estabilidad debilita a las economías y las expone más crudamente a los efectos negativos de los ciclo sobre el empleo y el bienestar, hace que éstos sean más recurrentes y, en general, se convierte en uno de los factores decisivos que disminuyen la capacidad de maniobra de los gobiernos cuyos efectos también son, como vamos a ver enseguida, muy negativos no sólo desde el punto de vista económico. Errónea concepción de la naturaleza del sector público y de su función económica El pacto de estabilidad presupuestaria se basa también en una traslación mecánica y equivocada de las bondades de la competencia empresarial al ámbito del Estado. Se considera que, así como las empresas privadas deben descargarse en la mayor medida de lo posible de costes para poder ser más competitivas, los estados deben de actuar de igual manera, de modo que es deseable que eliminen el máximo de cargas para ser eficaz y también competitivo. Se trata de una idea que se aplica cada vez en mayor medida a los servicios públicos de todo tipo y que está provocando su debilitamiento, su deterioro y una progresiva pérdida de cobertura, además de constantes problemas de financiación que padecen, principalmente, los sectores y clases sociales de menor renta. Se trata de una idea equivocada en la medida en que el papel del estado no es equivalente al de las empresas y que a la postre generará efectos muy lesivos sobre el bienestar y sobre el rendimiento de las empresas (sobre todo de las pequeñas y medianas que tiene  más dificultades para proveerse por sus propios medios del capital social y formar el capital humano que necesitan) puesto que disminuye la capitalización de las economías y las fuentes del crecimiento más estable y duradero -el capital social en todas sus manifestaciones- y que, al aumentar la población que va a carecer de bienes esenciales, incrementa la desigualdad y las bolsas de pobreza. La defensa de la estabilidad presupuestaria se basa igualmente en considerar que la protección social o las normas costosas de regulación laboral son la causa de las ineficiencias y, en particular, del desempleo. Se trata de otra idea errada puesto que, en realidad, son su consecuencia y podrían efectivamente eliminarse o disminuirse pero justo en la medida en que no se estuvieran aplicando políticas que implican un freno efectivo al empleo y a la creación de riqueza. Abrir la puerta al sector privado La contención del gasto público en aras de la estabilidad presupuestaria cuando al mismo tiempo, como hacen los neoliberales, se reniega de los impuestos, simplemente lleva a una consecuencia inevitable, que los estados puedan proporcionar menor cantidad de bienes y servicios públicos, de modo que así se abren de par en par las puertas al negocio que supone su provisión privada. Y el efecto de esto último es bien sabido: menor cantidad ofrecida, precios más elevados y menos personas con posibilidad de satisfacer sus necesidades accediendo a ellos. Prácticamente la totalidad de los trabajos científicos que han evaluado el efecto de las privatizaciones españolas han mostrado que prácticamente en ningún caso se ha mejorado el rendimiento económico y financiero de las antiguas empresas públicas. Y teniendo en cuenta que la estabilidad presupuestaria llevará consigo esta sustitución de la provisión pública por la privada (que también necesitará financiación) y que rebaja el nivel de vida de las personas de ingresos más bajos pero que las obligará a tener que realizar más gasto de mercado, resulta que en realidad no reduce la deuda total de la economía sino, en todo caso, la pública. La privada seguirá aumentando y de esa forma el negocio de la banca privada que, en definitiva, es lo que se trata de favorecer. Una preferencia ideológica revestida de falsos argumentos científicos En definitiva, es bastante claro que la aplicación de políticas de estabilidad presupuestaria tienen consecuencias muy negativas sobre la marcha de la economía y sobre el bienestar mientras que está por demostrar que los pretendidos efectos positivos sobre el crecimiento y el empleo que postulan sus defensores sean una realidad. Algo que será muy difícil que pueda conseguirse si se tiene en cuenta que para llegar a esa conclusión se parte de hipótesis completamente irrealistas y sin más base que la ideología: la existencia de mercados de competencia perfecta, la disposición información perfecta y gratuita por todos los sujetos económicos o que los mercados son estables por sí mismos, sin necesidad de ningún tipo de intervención pública (una hipótesis ésta última que debería dar vergüenza sostener cuando ha pasado lo que acaba de pasar en los mercados financieros de todo el mundo. Si estos postulados se rechazan, porque no pueden darse en la realidad salvo en circunstancias verdaderamente excepcionales, es imposible llegar a las conclusiones liberales sobre las bondades del equilibrio presupuestario.  Pactos de estabilidad, pactos contra la democracia y el bienestar social Además de las consecuencias puramente económicas que acabo de señalar, el principio de estabilidad presupuestaria (y más concretamente su imposición a través de mandatos constitucionales) significa en la práctica impedir que la ciudadanía pueda elegir libremente a la hora de enfrentarse a los problemas económicos de nuestra época. Al imponerlo en cualquier momento y condición, como ahora han acordado en España el PSOE y el PP, se impide que los gobiernos  puedan suscribir pactos con sus electores si no es en los términos prescritos por la ortodoxia económica dominante. Se obliga de esta forma a que las única política posibles sean las neoliberales. Es decir, la imposición del principio de estabilidad implica que no puedan darse soluciones negociadas y, por lo tanto democráticas, al conflicto social inevitable que es consustancial con la generación y distribución de la renta y la riqueza. La estabilidad presupuestaria se ha concebido y se está aplicando como un dogma que hace desaparecer la capacidad de maniobra mínima sobre la que se basa el gobierno democrático de la economía e impone una única opción como si fuese la única solución óptima. Detrás de todo ello subyace una idea fundamental cuya asunción ha perfilado la política económica de nuestros días y que, entre otros, ha sido criticada recientemente por Stglitz. Se establece que hay sólo una respuesta al problema social y que no existen ya alternativas políticas sino soluciones técnicas que no requieren negociación ni pacto, sino una adecuada implementación por parte de autoridades, como por antonomasia los bancos centrales, independientes, creíbles y que se reputan neutrales; o por la Unión Europea como una institución superior a cualquier tipo de preferencia social. La democracia y las políticas de bienestar se basan en la posibilidad de negociación frente al conflicto social y en una idea claramente expuesta por Stiglitz (2002:16): "no existe una única política Pareto-dominante (óptima) en la que puedan estar de acuerdo todas las personas ´razonables´". Llevar a la constitución el principio de estabilidad presupuestaria es imponer de facto una dictadura económica porque para evitar el déficit público se impone un  gigantesco déficit democrático que impide que todos las personas se encuentren en igualdad de condiciones a la hora de decidir sobre los problemas económicos. Por eso podemos decir que la imposición de un principio de estabilidad presupuestaria en las condiciones en que se impone es algo radicalmente contrario al sentido más elemental de la democracia.   ¿Se puede actuar de otra forma? La historia económica demuestra que cuando los gobiernos han actuado poniendo en marcha políticas fiscales y monetarias discrecionales y combinadas han logrado mejores resultados que en los últimos años de rechazo neoliberal a la fiscalidad discrecional y progresiva. Y el sentido común indica que afirmar que la estabilidad presupuestaria es buena por principio, en cualquier caso, es una soberana tontería. Como lo sería afirmar que una economía puede endeudarse ilimitadamente sin problema ninguno. ¿Qué adelantaría un país con tener estabilidad presupuestaria si al mismo tiempo carece del capital social y de las estructuras –físicas, educativas, sanitarias, sociales, culturales, relacionales o empresariales…- que son imprescindibles para que sus empresarios puedan crear riqueza y sus ciudadanos adquirir el imprescindible capital humano y el bienestar adecuado? Lo importante no es garantizar en todo caso que no haya déficit. Lo razonable y lo que proporciona progreso a una nación es disponer de la dotación de capital social necesario para satisfacer las necesidades sociales. Esta debe ser la variable de partida y no el saldo cero del presupuesto público. Y lo que sabemos, porque la historia es indiscutible en este aspecto, es que eso no se puede conseguir sin una suficiente dotación de gasto público. Por tanto, lo primero es asegurar este y luego encontrar las vías adecuadas de financiación. El problema que tienen las políticas neoliberales y quienes las defienden es que son incapaces de generar esa financiación por tres razones. Primero, porque quieren evitar que las clases de mayor renta paguen impuestos. Segundo, porque provocan una gran desigualdad y eso deprime a las economías y hace que puedan generar muchos menos ingresos para las arcas del estado. Y tercero porque incentivan que el ahorro vaya a los mercados financieros en lugar de a financiar la actividad productiva. Y como son incapaces de generar ingresos no tienen más alternativa que imponer la reducción del gasto con las consecuencias que he señalado. De hecho, el problema que está padeciendo una economía como la española en relación con la deuda (dejando al margen el inadecuado modelo de crecimiento de los últimos años) no es su cuantía sino que su financiación está a expensas de los especuladores. La alternativa, como argumentamos Vicenç Navarro, Alberto Garzón y yo en el libro HAY ALTERNATIVAS que saldrá publicado por Aguilar próximamente, es poner en marcha otro tipo de políticas que frenen la desigualdad, que promocionen un nuevo tipo de actividad económica y se basen en una mayor justicia fiscal y social y que así procuren nuevos y mayores ingresos para no tener que reducir la dotación de los bienes y servicios de bienestar que necesita la inmensa mayoría de la población. Es muy posible que eso requiera cierto nivel de endeudamiento, que ni siquiera tiene por qué ser muy elevado, aunque desde luego mayor al déficit cero que se impone. Pero si se aplican políticas generadoras de ingresos productivos, si se fomenta el uso razonable del ahorro y si se acaba con la especulación financiera no tiene por qué ser un escollo para alcanzar los mayores niveles de rendimiento empresarial, de bienestar social y de progreso que España necesita. Este escrito resume ideas de mi artículo Pactos de estabilidad y Estado de Bienestar: Una nota sobre su dudosa compatibilidad. Quaderns de Política Económica. Revista electrónica - 2ª época. Nº 9, Enero- Abril 2005. Para comodidad de los lectores de este texto, no he incorporado en él las referencias bibliográficas, que pueden encontrarse en la versión de Quaderns, pero sí la bibliografía. Bibliografía Barro, R. (1990). "Gouvernment spending in a simple model of endogenous growth". Journal of Political Economy, 98. Bean, C. (1998), "The Stability Pact: More Than a Minor Nuisance? Discussion", Economic Policy: A European Forum, 0(26). Beetsma, R.(2001), “Does EMU Need a Stability Pact?”, in BRUNILA (2001). Blanchard, O. J. y F. Giavazzi (2004), "Improving the SGP through a Proper Accounting of Public Investment", C.E.P.R. Discussion Papers 4220, February. Brunila, A., M. Buti y D. Franco, (Eds.)(2001) "The Stability and Growth Pact: The Architecture of Fiscal Policy in EMU". Houndmills, U.K. and New York, Palgrave. Buiter, W. H. y C. Grafe (2004), "Patching up the Pact: Suggestions for Enhancing Fiscal Sustainability and Macroeconomic Stability in an Enlarged European Union", Economics of Transition, 12(1), pp. 67-102. Buti, M., Eijffinger, S. y Franco, D. (2003), "Revisiting the Stability and Growth Pact: Grand Design or Internal Adjustment?" C.E.P.R. Discussion Papers 3692, January. Buti, M. y G. Giudice (2002), "Maastricht's Fiscal Rules at Ten: An Assessment", Journal of Common Market Studies, 40(5), pp. 823-48. Buti y A. Sapir, (Eds.) (2002). "EMU and Economic Policy in Europe: The Challenge of the Early Years". Elgar, Cheltenham, U.K. Calmfors, L. y Corsetti, G. (2003) “How to Reform Europe’s Fiscal Policy Framework“, World Economics Journal No 1. Creel, J. (2003), "Ranking Fiscal Policy Rules: The Golden Rule of Public Finance Vs. The Stability and Growth Pact", Observatoire Français des Conjonctures Économiques. Document de Travail, 2003-04. Desquilbet, J.B. y Villienb, P. (1998). "La theorie du policy mix: un bilan critique". Revue d’Economie Financière, 45. Eichengreen, B. y Wyplosz, C.(1998), "The Stability Pact: More Than a Minor Nuisance?" Economic Policy: A European Forum, 0(26). Fitoussi, J.P. (1996). "Anatomie de la croissance molle". Revue de l'OFCE nº59/Octobre. Fitoussi, J.P. (2002), "La Règle et Le Choix". Paris, La république des idées, Seuil. Fitoussi, J.P. y Saraceno, F. (2002). "A Theory of Social Custom of Which Soft Growth May Be One Consequence. Tales of the European Stability Pact". Observatoire Français des Conjonctures Économiques. Document de Travail, 2002-07 Fitoussi y Francesco Saraceno (2004). "The Brussels-Frankfurt-Washington Consensus  - Old and New Tradeoffs in Economics". Observatoire Français des Conjonctures Économiques. Document de Travail, 2004-02. Kopits G. (2001), “Fiscal Rules: Useful Policy Framework or Unnecessary Ornament?”,IMF Working Paper, no.145, September. Lehment, H. (2002). "European Fiscal Policies under the Stability Pact -Some first insights".Kiel Working Paper 1098: http://www.uni-kiel.de/ifw/pub/kap/2002/kap1098.pdf. Mathieu, C y Sterdyniak, H. (2005). "Pacte de stabilité: la réforme impossible". Lettre de l´OFCE, nº 258. Mau, S. (2003). "The Moral Economy of the Welfare State Britain and Germany Compared". Routledge, London. Mingorance, A.C. (2004). "Una postura crítica ante las propuestas de reforma del pacto de estabilidad y crecimiento". Quaderns de politica economica, nº 8. Muñoz de Bustillo, R. [et al.] (1995). "Crisis y futuro del estado del bienestar". Alianza Editorial, Madrid. Muñoz de Bustillo, R. (2000).: El estado del bienestar en el cambio de siglo. Alianza Editorial, Madrid. Navarro, V., coord. (2004). "El Estado de Bienestar en España". Tecnos, Madrid. Patnaik, P. "On Some Common Macroeconomic Fallacies". http://www.networkideas.org, marzo 2002. Saraceno, F. y Monperrus-Veroni, P. (2004), "A Simple Proposal for a Debt-Sensitive Stability Pact", Vierteljahrshefte zur Wirtschaftsforschung - Quarterly Journal of Economic Research, 73(3), pp. 471-80. Stglitz, J.E. “Empleo, justicia social y bienestar de la sociedad”. Revista Internacional del Trabajo, vol. 121 (2002) num. 1 y 2. Timmins, N. (2001). "Los cinco gigantes. Una biografía del Estado de Bienestar". Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Madrid. Torres, J. (2000). "Desigualdad y crisis económica". Editorial Sistema, Madrid. Torres, J. (2004). "Regulación macroeconómica y democracia ¿Justifica la economía que los gobiernos renuncien a gobernar?". En Alfonso Guerra, José Félix Tezanos (eds.), Políticas económicas para el siglo XXI. Editorial Sistema, Madrid. Walsh, C.E (1998). "Monetary Theory and Policy". MIT Press. Cambridge
ir al comentario
Mandrake 01/11/10 05:00
Ha respondido al tema Ibanesto página caida?
Hola, soy nuevo por aquí. Solo para decir que ni ayer ni hoy a esta hora,(casi las ocho de la mañana) e podido entrar a la web de ibanesto. Tampoco puedo acceder a la web de la banca física. Utilizé Firefox y el explorer. Saludos
Ir a respuesta
No hay más resultados