En relación a su respuesta a mis argumentos he de decirle que usted tiene razón desde el punto de vista económico ( que a día de hoy es el que importa, dicho sea ), precisamente porque los juristas somos demasiado técnicos. Somos capaces de redactar o desarrollar textos normativos ingentes, de preveer una cuasiinfinidad de supuestos de hecho y dotarlos de su consecuencia jurídica, pero sin embargo no vivimos nuestro producto normativo a pie de calle.
Y no lo digo solo porque hayan giros legislativos o lindeces normativas que queden en aguas de borrajas ( que también sucede, y más de lo que quisiéramos ), sino precisamente porque el poder ejecutivo realiza la gestión de nuestros cada vez más escasos recursos de forma deficitaria.
Dicho sea de paso, el único político congruente que he visto yo en mi vida, y al único que le otorgaría mi voto es al Sr. Revilla, el presidente de la CCAA Cántabra. Pero claro, no deja de ser una tenue luz en medio de las tinieblas, porque político honrado, luchador y sincero no interesa.
Abordando el tema que nos ocupa para no desviarnos,decirle que no había terminado de entender su mensaje al momento de escribir mis lineas anteriores.
Vuelvo a coincidir con usted en cuanto a su planteamiento. Si se reformase ( nuevamente, porque para lo que han hecho con la última reforma, mejor no haber hecho nada ) toda la planta y la oficina judicial, otorgando legislativamente la capacidad al secretario judicial ( que a fin de cuentas, en quien lleva la voz cantante en los juzgados ) de seleccionar y contratar al personal laboral en virtud de derecho privado ( salvo aquellos puestos a los que se deba su ingreso por oposición ), es decir, convertir a dicha figura en el mismo híbrido público-privado que representan a día de hoy registradores y notarios ( aunque estos últimos no tanto, aunque creo que esta última cavilación solo la entendería un jurista ) se ganaría en productividad. CIERTO es. Y no puedo más que rendirme ante la evidencia.
Pero he ahí el problema, los economistas gozan de una mentalidad de la que nosotros carecemos, la lógica del raciocinio en los recursos, de la eficiencia y los óptimos, de las curvas de productividad que nosotros, legos en dichas ciencias, no llegaremos a conocer nunca ( salvo tres pinceladas que vemos en diversas asignaturas ).
Por otra parte Sr. Tristán, sería interesante el debatir cómo compaginar un sistema judicial público de contratación laboral eminentemente privado con las últimas reformas y peticiones procedentes de todos los flancos ( y empleo este término por lo beligerante de la situación coyuntural actual ) en materia laboral.
Aunque dicho sea de otro modo, en el sector privado se rigen por el beneficio, los objetivos, las expectativas y los logros. Y el que no vale, para AFUERA ( aunque no sea correcto desde el punto de vista de la sintaxis ). Tal vez eso es lo que debería empezar a suceder en el sector público.
Intentos de reforma, o globos sonda como los que se llevan soltando a la opinión pública al menos dos décadas no calan bien en el colectivo de la administración estatal ( estrategias políticas que nadie se atrevería a asumir por el inmenso coste en número de votos y desgaste a nivel político, pues han llegado para quedarse en el hemiciclo, para quedarse con nuestros recursos, y para despreocuparse por nosotros ).
En otros países es completamente normal someter al funcionariado a exámenes continuos de aptitud ( no aprobar una sola vez y ya está, a descansar a perpetuidad ), se les dota a dichos organismos de presupuestos para reciclaje, profundización, actualización de conocimientos,la notas de ajenidad laboral y la temporalidad propios del derecho privado también existen en otros países, al igual que la retribución y los incentivos si se hacen bien las cosas y antes del tiempo pactado ( que no todo iba a ser meternos con nuestros pobres ''trabajadores'' ).
Y ese es otro problema del que adolece España. Es que nadie se da cuenta de que no se va a ser más productivo trabajando 14 horas en vez de 8.
Se será más productivo si alguien es capaz de hacer, sin detrimento de la calidad de su trabajo, todas sus tareas en 4 horas en vez de emplear esas mismas 8. Si eres capaz de hacer tu trabajo en la mitad de tiempo, no solo ganas en productividad, sino que además empleas el resto de tu tiempo en mejorar e incentivar el servicio que prestas.
Puede que también haya sido un problema de política legislativa, ya que las leyes que rigen la función pública, y la realidad sean bastante parcas y no entiendan de conceptos como el de competitividad.
Bajo mi punto de vista ( y recuerdo, como dije en mi anterior entrada, que espero opositar, aunque mis motivos son sentimentales ), es inconcebible que una persona, que solo haya demostrado su aptitud UNA vez en su vida, es decir, aprobado un proceso selectivo, por muy riguroso que sea, tenga derecho a perpetuidad a seguro privado, catorce pagas ( si no son más ) por 20 horas de trabajo semanal ( de media, es una generalización ), un mes de vacaciones y tutiplenes de festivos, que pueda entrar a trabajar a las 12 del mediodía para irse a la una menos cuarto y nadie lo vea mal, todo lo contrario, se fomente ese ''compañerismo''... Pero claro, en la comodidad nos regodearemos.
Y para terminar de momento, que ya habré sido demasiado extenso y soporífero, voy a intentar explicarme en cuanto a lo de prevaricación.
Lo manifesté en base a la posibilidad de establecer un incentivo arancelario a la función pública y figura del juez ( no entré a comentar la función del secretario ni la del personal interno del juzgado ), quise decir con ello que si se retribuye su labor a base de aranceles, tantos pleitos ventilo tanto me llevo para mi casa, se estarán dando argumentos a sí mismos para decir, pues bien, prefiero que la calidad de mi trabajo vaya en detrimento ( Salvo que se estableciesen penalidades o consecuencias de carácter sancionador ) y dicto lo que tenga que dictar, cobro lo que tenga que cobrar, y si se recurre, le cargo el mochuelo a la instancia judicial superior. A eso me refería únicamente.
Es sabido por todos que la ley, como producto humano, no solo llega a ser excesivamente compleja y extenuante, más si tenemos en cuenta el excesivo entramado legislativo autonómico y estatal, por ello se deben realizar siempre leyes en cuyas letras, bajo cuyo amparo quepan un gran número de supuestos de hecho a los que se le dé cobertura, situaciones de la vida real que uno pueda integrar o tratar de casar con el texto de la ley, y para ello debe ser precisamente dicha ley lo más tendente posible a la abstracción, que obligarla a ser excesivamente precisa, y que acabe ocurriendo lo evidente, que la letra de la ley regule hechos tan concretos, sea tan precisa,técnica y puntillosa, que todo lo que no quepa en ella quede fuera de la misma ( con las enormes consecuencias que ello tendría ).
No me quiero ni imaginar cómo sería un derecho bancario plagado de lagunas legales precisamente por hacer las leyes demasiado perfectas y concretas ( nótese la ironía que plantean todas y cada una de las palabras que acabo de escribir en esta frase ).
Y es en esas notas de generalidad o abstracción donde entra la figura de los juristas, sean notarios, jueces, registradores, abogados, secretarios judiciales.... que son los que, en base a criterios de intepretación y calificación, con el mínimo margen de discrecionalidad que les concede la ley, entienden los documentos que se les presentan a través de un juicio racional.
El problema de dicha tarea calificadora no es la propia calificación en sí, es la época temporal en la que dicho profesional del derecho haya adquirido esos conocimientos, pues el estado de la técnica así como de toda ciencia, y los pilares sobre los que se apoya, van variando conforme el paso del tiempo.
Por ello vemos en materia penal, el mismo caso, el mismo imputado culpable, las mismas leyes penales a aplicar,el mismo delito cometido, pero distinto juez, distinta escuela del pensamiento, distinta forma de entender y aplicar las instituciones jurídicas, y por tanto, distinta suerte del imputado. Y es que no nos queda más remedio que tratar de aceptar eso, que la sociedad madure y evolucione a dicha comprensión, pues la ley como producto humano, no es perfecto.
Y como me dijo una vez un profesor al que le plantee una situación de anarquía, ya que para vivir como vivimos, mejor que sea nuestra propia ''mano invisible'' la que regule nuestro mercado ( la vida que vivimos ) y nos encontremos en un laissez fare perpetuo :
La ley no es justa, pero es más válida y necesaria que su propia ausencia.