Las sicav tienen una serie de reglas. Hasta 3 son los criterios que deben cumplirse (ninguno es el número de partícipes), y por los que se puede cerrar la salida de inversores mientras no se cumplan de nuevo esos. Ninguno tiene que ver tampoco con los resultados. Lamentablemente no podemos hacer que nuestro sistema de selección por fundamentles haga magia y permita a la sicav subir hasta donde nos gustaría. Gicorri ha sido un proyecto en el que pusimos gran ilusión porque suponía salir del lenguaje tradicional de Ágora (market timing) y dar respuesta a las demandas de nuestros clientes, que durante mucho tiempo pidieron más riesgo a una política de inversión que en Ágora, hija de la crisis financiera, fue siempre conservadora. Las sicav son de sus accionistas, no de Ágora.
Sigo invirtiendo en Gocirri el mismo dinero que el primer día. Y sigo creyendo en lo que se ha hecho aunque hasta el momento no haya ofrecido nada cercano a lo que esperánamos obtener en base a los backtest realizados (y que son magníficos si se consideran los últimos 25 años). Lamentablemente ha sido nuestro peor vehículo, y el único camino que queda para dar liquidez a los accionistas es la fusión con otros vehículos que hagan algo parecido aunque no igual (por suerte así es con la mayoría de los vehículos asesorados por Ágora). A lo largo de 2018, Gicorri, Prometeo y otras dos de las sicavsque Ágora tiene bajo asesoramiento se fusionarán con el fondo Prometeo. Con esto se acabarán los problemas de salida, que lamentamos pero que, a diferencia de lo que pueda decirse de los resultados, nada tienen que ver con nosotros.
Carlos Doblado.
