The New York Times, El Mundo y La Nación son algunos de los rotativos que ya han empezado a hacerse eco del escándalo en el que se ha visto enredado Sebastián Dávalos, hijo de la presidenta Bachelet, por la concesión de un crédito otorgado por el Banco de Chile a la nuera de la presidenta, Natalia Compagnon, supuestamente con trato de favor.
Según The New York Times, en un artículo denominado "Polémica por el préstamo a la familia de Bachelet en Chile", en el que señala lo siguiente:
la controversia podría dañar la imagen de la mandataria debido a que ella ha promovido la lucha contra la desigualdad
Si se piensa en este caso en particular, son sólo US$ 10 millones. Hay sospechas de que la familia de la presidenta haya tenido acceso a información privilegiada y hayan ganado un par de millones de dólares. Así es que en comparación con otros países, esto no es nada. Pero en un país donde la corrupción no está generalizada, este tipo de escándalos sí tienen un efecto
Efectivamente, la corrupción chilena no alcanza niveles que puedan registrarse en otros países, y es especialmente baja en comparación con nuestros vecinos de América del Sur, según informes de Transparencia Internacional. Aunque bien es cierto que dicha percpeción sí ha sufrido variaciones a raíz del escándalo Penta.
El Mundo también se ha hecho eco del escándalo, pese a que en España están mucho más acostumbrados a casos de corrupción, ya que cada mañana los ciudadanos se levantan con algún escándalo nuevo. En concreto, se publicó lo siguiente:
a la presidenta chilena se le han amargado las vacaciones de verano por un escándalo financiero en su propia familia
Han sido diversos los intentos del gobierno por atenuar las consecuencias políticas del caso
Por su parte, la agencia EFE informó que el crédito por $6.500 millones ha desatado sospechas acerca de un supuesto tráfico de influencias y uso de información privilegiada. En concreto, los sospechas vienen fundamentadas, ya que la sociedad de Dávalos y su esposa que obtuvo dicho péstamo tenía un capital de unos $ 6 millones (menos de US$ 10.000), y el objetivo de dichos recursos era la adquisición de unos terrenos rurales que estaban pendientes de ser recalificados para uso urbano, cosa que no ha sucedido.
Ya en territorio latinoamericano, el periódico argentino La Nación se centra en la declaración patrimonial realizada por Dávalos en la madrugada de ayer, poniendo en duda el intento de ejercicio de transparencia:
funcionó a medias. Primero, porque fue publicada en la web del área sociocultural de la presidencia, que dirige Dávalos, y divulgada a través de la cuenta de Twitter del gobierno pasada la medianoche de ayer, lo que le valió a La Moneda una fuerte crítica, por la hora y por el uso de la cuenta oficial. Segundo, y más importante, porque la declaración no le resultó satisfactoria a nadie
Es más, el artículo deja entrever que el efecte obtenido fue justamente el contrario:
a opinión pública y las redes sociales evaluaron como una mofa los documentos entregados. Y tercero, porque de refilón el caso tocó al vocero interino del gobierno (Bachelet está de vacaciones) y ministro de Justicia, José Antonio Gómez, que anteayer había defendido de manera cerrada a Dávalos